LA FERIA DE BOSÉ
Una gran ovación acarició el viernes los oídos de Miguel Bosé. Pero en esta ocasión los aplausos no eran fruto de sus excelencias como cantante o actor, ni procedían de un auditorio repleto de fans. Eran palmas de hombres duros, de rostros cobrizos, curtidos al sol de la dehesa. Y el marco no fue un teatro, sino ese enclave insólito, variopinto y escenográficamente increíble que es la sala de subastas de la Feria Internacional Ganadera de Zafra, Badajoz. Hasta allí acudió Miguel Bosé, y allí entró en dura pugna por un ejemplar de ternero retinto macho. El público congregado en el lugar asistió mudo y expectante a la puja que se resolvió a favor del hijo de Lucía Bosé y Luis Miguel Dominguín, previo pago de 1.045.000 pesetas. Pero cuentan que no sólo adquirió ese magnífico retinto (la carne que come la selección nacional de fútbol), sino que compró hasta 12 ejemplares, dejando varios millones en la lonja ganadera. Parece que Bosé apuesta por un futuro ganadero para su finca extremeña y anda como chaval con botas de fútbol nuevas, exteriorizando sin complejo sus triunfos en la sala de subastas donde batió el récord-
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