No hay atajos
JOSÉ ANTONIO Ardanza ha recordado que para acabar con el terrorismo de ETA no sirven "los atajos en solitario". Es un sensato llamamiento a la perseverancia, a la legalidad y al espíritu de unidad. Por ello, en su último discurso de política general como lehendakari -el próximo año dejará el cargo- reinvidicó la pervivencia del Pacto de Ajuria Enea, cuya ruptura, dijo, constituiría una traición a la sociedad".Este discurso de sensatez y unidad pareció prevalecer también ayer en las celebraciones del Alderdi Eguna,la fiesta del PNV, en la que su presidente, Xabier Arzalluz, se mostró, tras su habitual verbosidad, más moderado que nunca. Aunque culpó al Gobierno del PP de la ruptura del acuerdo general con el PNV, no regateó elogios a Aznar, de quien dijo que en año y medio ha hecho más por el Estatuto de Gernika que otros en 20. También Ardanza sacó sus propias conclusiones sobre el camino recorrido a lomos del Estatuto: en estos 20 años se han producido, a su juicio, más cesiones de competencias al País Vasco -él habló incluso de soberanía- que en los dos siglos anteriores, Y ésta es, quizá, la comparación de la que siempre se debería partir al hablar de autonomía.
Esta actitud de un político como Ardanza, que en el tramo final de su autolimitado mandato se presenta cada vez más como el presidente de todos los vascos, le permite reivindicar y defender la centralidad de la Mesa de Ajuria Enea para luchar de forma unitaria contra el terrorismo de ETA. Esa unidad de los partidos democráticos exige consultas permanentes para superar las diferencias y buscar el consenso, aunque a veces haya que pagar por ello, como señaló el propio Ardanza, el precio de una mayor lentitud en la acción política.
El lehendakari extendió a todos los partidos su crítica hacia la búsqueda de "atajos en solitario". Por supuesto al suyo Propio, el PNV, pero también al Gobierno del PP, por haberse olvidado de informar al Ejecutivo vasco sobre el vídeo propagandístico contra ETA. Lo que a veces puede ganarse en rapidez de actuación se pierde con creces en términos de división de las fuerzas democráticas. Cuando los ciudadanos piden unidad y los políticos no la logran, son éstos los que pierden légitimidad y eficacia.
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