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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Quema sin control

SOFOCAR LOS intensos incendios que están asolando una parte del sureste asiático exige una ayuda internacional inmediata. Pero, una vez apagado el fuego, habrá que crear las condiciones para evitar que se repita este tipo de catástrofe provocada por la mano del hombre. La quema de amplias zonas forestales por empresas madereras y también por agricultores locales es un hábito extendido que empieza a tener consecuencias dramáticas.Los incendios empezaron principalmente en la isla de Sumatra y en Borneo. Todos los años por estas fechas se queman bosques, pero esta vez la sequía intensa ha provocado una pérdida de control sobre la quema, que ha afectado a un área superior a la superficie de todo el País Vasco. El fuego ha afectado en primer lugar a Indonesia -cuyo presidente, Suharto, ha tenido que pedir perdón a sus vecinos-, pero también a Malaisia, Brunei, Singapur, e incluso, aunque en menor medida, a Tailandia y Filipinas. El aire se llena de smog y una espesa niebla contaminada cubre extensos territorios. Miles de personas padecen complicaciones respiratorias. Varias han muerto por esta causa y la escasa visibilidad parece ser también el motivo de un choque entre dos cargueros ocurrido ayer en el estrecho de Malacca.

El presidente del Banco Mundial ha ofrecido ayuda Financiera frente a esta catástrofe internacional, pero considera que, además de apagar estos fuegos, es urgente prevenirlos en consonancia con las resoluciones de la Cumbre de la Tierra celebrada en Río en 1992. Los agricultores queman bosques para ganar terrenos cultivables, y una vez agotados éstos, repiten la operación en un ciclo sin fin. Las empresas madereras y otras actúan de modo similar con consecuencias más severas. Los Gobiernos locales se muestran incapaces de impedir tales prácticas, que han provocado ya varios enormes incendios en el sureste asiático en los últimos anos, aunque éste es el peor.

Prevenir estos incendios implicaría probablemente un desarrollo económico al que aún no han llegado estos países. A la inversa, también cabe preguntarse por la relación entre un desarrollo sin control y el deterioro medioambiental. Este desastre ecológico llega tras la crisis financiera de Malaisia y otros países. Las finanzas, las llamas y el smog son duras pruebas para un modelo asiático de desarrollo que ha quedado últimamente a la intemperie, con una lluvia que, cuando llega, es ácida.

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