Química
Una vez más ocurrió. Tras todas sus cavilaciones los dos capitanes dieron a conocer sus equipos para la primera ronda de partidos en esta nueva edición de partidos de Ryder Cup. Para Kite debió de ser coser y cantar, ya que, sólo tuvo que escoger ocho de entre sus doce superestrellas. Para Seve, y tal como barruntábamos ayer, debió de ser mucho más complicado. Seve nos gratificó con la definición de cuatro parejas a cada cual más lógica, menos alguna. Rocca-Txema, estaba más que cantada. Pura afinidad mediterránea, diáfano cristal de expresión corporal, esos dos están destinados a entenderse, cómo no, si hasta cenan juntos cinco noches por semana cuando coinciden en los torneos, Se necesitan como el hidrógeno al oxígeno para resultar agua destilada o como el carbono y el hidrógeno para crear la química orgánica. En cualquier caso, pura química. Faldo-Westwood. Pura especulación sobre el resultado final. ¿Se mermarán, se alearán, se fundirán bien para definir al "mejor jugador británico de la primera década del siglo XXI?. ¿Fallará? Pura química de resultado incierto, como todo lo futuro lo es.
Parnevick-Johansson-Garrido. Los iceberg nórdicos con la rara, inexpresiva creación de un iceberg ibérico. Tres que no reflejan emocion, tres que actúan en perfecta armonía de un mundo interno, intimísta. Pura química una vez más.
Langer-Montgomerie. La cuarta química, menos alguna. El sajón, y el celta, el hielo y el fuego, el aire y el vacío sideral. No encuentro conexíón química, pero es verdad que, en mi vida, nunca la Academia Nobel me consideró candidato al galardón. Es posible que Seve haya inventado una nueva química.
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