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Crítica:EL TERCER GRADO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mover el mundo desde Moncloa

La intuíamos una mujer toda prácticamente ora et labora (quizá más de lo primero que de lo segundo), menos modosa que remangada para espabilar a José María. Pero con la entrada del vídeo de presentación de ayer en el estreno del programa de entrevistas El tercer grado, de Isabel San Sebastián, pudimos percatamos de que ella tiene la culpa de todo. Es decir, si "Ana Botella es el punto de apoyo que necesita Aznar para mover el mundo", como gorjeó una dulce voz tras musiquita preparatoria, y pese a ello el mundo está como está, o Botella se ha movido del punto cuando Aznar iba a girar el globo o Galileo está abriéndose las venas en la tumba.Vestía pantalones marino, chaqueta azul clara y top oscuro con ligero escote en pico, al que la cámara no se atrevió demasiado a bajar para mantener sus secretos con tanto ahínco como ella guarda sus buenas obras. Ya que si no fuera porque la jaleó la entrevistadora comenzando a enumerar sus actos meritorios, quizá no todos supieran hoy que Ana Botella participa en ONG, visita a presos y consuela a víctimas del sida, Lady Di doméstica en medio de tantas acusaciones de que lo que quiere realmente es ser Hillary.

Botella quiso estar justita y ponderada, pero le perdió la pasión y se desató como alegre propagandista de la labor del Gobierno -a todos los ministros los encuentra "estupendos"- cuyos méritos desgranó en, respuestas que iban siempre in crescendo hasta alcanzar la plenitud de la sonrisa a toda cara.

Cosas intrascendentes

Risueña y tranquilizante para el público fiel, hizo saber que entre educación pública y privada ella se queda con educación buena, y que el debate pública-privada está superado, aunque hay que mejorar "lo que se pueda" la enseñanza estatal y la concertada, "que es semipública". Estas declaraciones, aunque tibias y matizadas, debieron de cortar la digestión a la ministra Esperanza Aguirre y demás compañeros mártires, con la semana que han tenido al respecto.

Entre insistentes peleas con los participios y sustantivos terminados en ado -no sólo dice renunciao, educao y planteao, sino también abogao, resultao y atentao- Ana Botella mostró lo mejor de su condición de mujer y madre, aunque tenga con su marido "muchísirnas discrepancias, como la vida misma". Ya dijo el videopoema inicial que lo suyo es "una fe inquebrantable, pero no ciega".

. La esposa del presidente del Gobierno, que no se arrepiente de haberle dado a su cuerpo alegría, Macarena, en la mismísima puerta de la Moncloa momentos antes de una conmemoración fúnebre, y lo consideró "un detalle intrascendente", aseguró que no llevaría a una mujer a la cárcel por abortar y que encuentra más imperdonables los pecados de la cartera que los de la carne. Eso sí, no pasaría una infidelidad conyugal.

No todos los hados estuvieron en el estudio. Porque fue una lástima que, a la misma hora en que ella se mostraba confiada en que los impuestos bajarán y comentaba con alivio que ya paga menos de hipoteca -me la han bajao-, los periódicos arrancaban sus rotativas con la noticia sobre nuevas subidas de retenciones y de impuestos, así como de las tasas. Pelillos a la mar. No va a estar enterada de todo.

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