_
_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sin frescura

Tomàs Delclós

A lo mejor era por los nervios del debú, pero el estreno de El programa de Carlos Herrera no tuvo frescura. El presentador se llevaba muy aprendidas las presentaciones, las bromitas y las preguntas. Hubo algunas con una pizca de osadía para estar donde estaba -"¿Habla catalán en la intimidad?", le preguntó a Cruyff- y resbalones -"¿El problema de Maradona ha sido siempre su olfato... de gol?"-.Para evitar los riesgos del vivo y el directo -un reloj excesivo era testimonio de ello- se preparó demasiado todo. Muy en particular las reacciones espontáneas del público, un público de risa fácil y aplauso inducido. Cuatro veces se vio en pantalla al regidor del programa, brazos en alto, batiendo palmas, jaleando a este público para que aplaudiera.Este capataz del aplauso exigió demasiados y lo hizo demasiadas veces. Con todo, su imagen tenía un punto de artesanal y entrañable. En Estados Unidos, según dicen las películas, esto se soluciona con un piloto que se enciende cuando conviene e ilumina una orden: "applause". Aquí todavía lo hacemos a mano. El detalle de los aplausos quedó redondeado con el cómico del programa, Malaje Solo, que organizó todo un gag preparando al público para que lo despidiera de manera apoteósica. En la elección del humorista se advierte el deseo de que el programa tenga cierto tono.La lista de los invitados fue irreprochable, desde José Sacristán hasta Las Incorrectas o el abuelo. Jesús García Velasco, famoso por su anuncio pueblerino de un coche. Nos ahorró la tropa de artistas casposos que se prodiga por TVE y los nuevos shoyvmans con clergyman o chequera. Hay, pues, buena intención, pero le falta soltura. Lo único extraño fue el tratamiento dado a la entrevista con el actor José Sacristán. Está preparando el Quijote de El hombre de la Mancha, pero esta noticia profesional sólo fue un trámite para hablar de lo sucedido en el recital de Las Ventas. En lugar de charlar con él en el sofá donde sentó a todos sus invitados, Herrera lo puso en unos taburetes de bar. El ciudadano Sacristán sostuvo con énfasis su discurso democrático. En algunas insistencias del entrevistador sobre que los abucheos están en todas partes y que hubo más aplausos que pitos se deslizaba como un exorcismo de las culpas de TVE en este desgraciado episodio del que Herrera no era arte ni parte, porque él no era culpable de la censura de TVE a las imágenes de boicoteo a Raimon ni de la apropiación política por parte del PP del homenaje.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_