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MOTOCICLISMO: GP CATALUÑA

No hubo récord de público, pero sí muchos visitantes ilustres

Alrededor de 54.000 aficionados acudieron al circuito de Montmeló

El circuito de Catalunya tuvo ayer menos ambiente que en otras ocasiones. No acompañó ni el tiempo -la tormenta del sábado por la noche obligó a desalojar a muchos moteros acampados cerca del circuito- ni el puente festivo del 11 de septiembre. Aun así, 54.000 aficionados vivieron en directo el Gran Premio de Cataluña, el 13º de la temporada y el segundo en España. No ganó uno de los suyos como ocurrió en el 96 -Checa- y en el 95 -Crivillé-, pero todos ellos salieron convencidos de que había valido la pena presenciar el acontecimiento en directo.Los organizadores se mostraron satisfechos del resultado, a pesar de que el registro fue inferior al del año pasado e incluso hubo menos público que en el último gran premio de fórmula 1, disputado en mayo. Quizá faltó el talismán real, pues esta vez el rey Juan Carlos no se acercó a satisfacer su pasión por las motos. Hubo, no obstante, numerosas visitas de famosos y el que más llamó la atención del público fue otra vez Miguel Induráin. El campeón ciclista estuvo a pie de pista observando la actuación de su amigo Alberto Puig, con quien comparte relación a través del médico Sabino Padilla.Como la mayoría de los pilotos españoles excepto Checa y Crivillé, Puig no tuvo un buen día -se clasificó l5º- y sigue sin salir del bache en que se encuentra. Por eso no pudo compartir la celebración familiar, pues su primo Pedro Martínez de la Rosa se proclamó ayer campeón de Japón de automovilismo. También estuvieron ayer en Montmeló el ministro Josep Piqué, la modelo Antonia dell'Atte, el presentador Karlos Arguiñano, el actor Lorenzo Quinn y varios jugadores del FC Barcelona.Otra de las curiosidades de la jornada fue la exhibición que los Castellers de Vilafranca ofrecieron antes de las carreras. Muchos de los periodistas, mecánicos y pilotos quedaron alucinados ante las torres humanas, que veían por primera vez. El otro grupo numeroso de personas que dio color al gran premio fue el club de fans de Àlex Crivillé, de reciente creación, que animó intensamente a su ídolo. El noi de Seva tuvo muchas pancartas a su nombre, igual que Checa. La mayoría aludían, claro está, a Doohan y a la lucha por destronarle. Y los dos pilotos locales no defraudaron a su parroquia. Montmeló no es Jerez, la procesión de moteros que vive el circuito andaluz no tiene continuación en Cataluña, ni el ambiente tórrido que destilan sus laderas es el mismo, pero la cercanía de los lugares de origen de Checa y Crivillé fue un factor importante en la motivación de ambos. Los dos tuvieron amplio apoyo familiar y de amistades, y no les fue nada mal.

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