¿Por qué?
¿Por qué no existe en esta ciudad un organismo superior ejecutivo que coordine las obras públicas acometidas por la Comunidad, el Ayuntamiento, etcétera, escalonándolas racionalmente y evitando la angustia, que crece y crece, de la población madrileña? Pues crean lo que crean los gerifaltes de hogaño, no se trata de que el buen pueblo proteste por cascarrabias, por su antigua, presunta y execrable condición de rojo. Se trata de que no quiere ni puede ni debe vivir de esta guisa. No son sólo el ruido y las molestias, la, cólera inútil al volante de un vehículo atrapado en el caos circulatorio o las horas de trabajo perdidas. Nuestra desesperanza, como ciudadanos y contribuyentes, procede del enorme despilfarro que contemplamos por doquier. No nos preguntamos únicamente si hacen falta todas esas obras al mismo tiempo, sino si hacen falta todas esas obras, y punto. Algunas de las respuestas que van llegando de los nuevos aparcamientos públicos y privados lo contradicen. ¡Después de tanto sufrimiento y tanto gasto!¿Por qué hay calles limpísimas de antemano que se siguen regando, fregoteando, refrotando, día y noche, sábados, domingos y fiestas de guardar inclusive, sin reparar en medios humanos o tecnológicos, incluidos los odiosos y estruendosos tubos expeledores de aire? ¿Y por qué existen calles sucísimas donde jamás aparece ni un solo barrendero? ¿Por qué los camiones regadores, en el primer caso, derrochan tantísimas toneladas de agua en mojar escasa y efímeramente el asfalto, y en cambio no se riegan jamás los árboles, víctimas de la enfermedad y la sequía tras un verano totalmente anómalo?
¿Por qué, puestos a preguntar, hay jardincillos urbanos de mezquinas hierbas, secas tierras apelmazadas y palitroques de adelfas, plantadas hace años y que no han crecido un centímetro, sobre los que se echan insistentemente auténticas nubes de agua, mientras se permite que agonice el emblemático y augusto parque del Retiro, corazón ecológico de esta desdichada urbe?
¿Por qué la ciudadanía estima y comenta que la llamada operación Asfalto toma siempre como objetivo las mismas calles, plazas o avenidas, mientras ignora sistemáticamente otras mucho más deterioradas? ¿Y por qué no se lanza nunca una operación Aceras? ¿Se trata de aplicar un correctivo al peatón para que se compre el coche de una puta vez, aporte su grano de arena al embotellamiento y adquiera de paso una plaza en el aparcamiento privado de su barrio?
¿Por qué el departamento de Parques y Jardines, así como los presidentes de las juntas municipales de distrito atienden con ejemplar diligencia las peticiones de poda-tala formuladas por ese vecino arboricida que no falta en ninguna comunidad, e ignoran sistemáticamente la opinión del resto del vecindario, amante de la poca naturaleza que nos queda?
¿Por qué la costosa sustitución de las paradas de autobús de la EMT si las anteriores estaban, en general, de buen ver?
¿Por qué los gabinetes de prensa de las instituciones citadas -que suponemos existen y gozan de generosos presupuestos a juzgar por los derroches descritos y observados constantemente en otras ramas de las respectivas administraciones- se refugian en un hermético silencio ante la crítica municipal ejercida por periodistas y comunicantes, en vez de responder, explicar, rectificar en su caso? Lo lógico sería que, si en verdad existen, se manifestasen educadamente, provistos de la documentación necesaria, e informasen, que para eso sirven los departamentos de las relaciones públicas y los gabinetes de prensa. Saludable sería que dieran la cara y nos dijesen: "Mire usted, don Joaquín, don Eugenio, don Moncho, don Gumersindo, se está pasando un poco en este punto, o el plano de terminación de la obra es mucho más breve de lo que usted afirma, o venga por aquí y le mostraremos los planos de tal reforma, ya verá usted lo bonita que va a quedar y lo buena que es para Madrid ...".
¿Por qué no se actúa así? ¿Acaso piensan, una vez más, que quienes ejercen la crítica son unos cacho rojos y no merecen respuesta?
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