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VUELTA 97

Sequía inesperada

Los italianos, mayoritarios en el pelotón, aún no han ganado ni una etapa

Carlos Arribas

Son más y eran mejores. ¿Por qué en la Vuelta pasada los ciclistas italianos ganaron 11 etapas y aún no se han estrenado este año? La pregunta ha cambiado de bando. En el 96 el rasgado de vestiduras provenía de la sequía española, pero desde la seguridad que confiere el triunfo de Anguita en Jerez -primera victoria española en línea en tres Vueltas-, se puede uno ya dirigir a los italianos de tú a tú. ¿Qué pasa, que no ganáis etapas? Con ingenuidad, sin malevolencias.En las cinco etapas disputadas hasta ahora, ha habido tres triunfos alemanes, de Wust, un país que sólo cuenta con dos ciclistas en la Vuelta. Los daneses han ganado una, la primera, la del líder Michaelsen, y los españoles (cinco equipos) la de Anguita. Los italianos -cuatro etapas en el 94, tres en el 95 y 11 en el 96- han venido en masa -ocho equipos- y aparte de la figura del desafortunado Guidi poco han lucido. ¿Las causas?No es "lo que todo sabemos", habitual frase para referirse a lo que nadie quiere decir. Un director habla, en cambio, de que el único sprinter italiano con garantías era Cipollini, y todos sabemos lo que duró en la Vuelta. Pero el año pasado un desconocido Biagio Conte, en la cola siempre éste, ganó dos etapas, una de ellas sprint masivo. Sí, pero entonces, y todo el año posterior, los llegadores italianos contaban con una garantía, el trabajo del Saeco, el único equipo del mundo que sabe llevar el tren en los últimos kilómetros. Sin Cipollini, el Saeco se dedica a nada.

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Otros sprinters italianos con posibilidades -Schiavina, Colonna- se encuentran encuadrados en un equipo, el Asics, el de Zaina y Chiappucci, cuyos objetivos se dirigen a la general y no pueden desgastarse en el llano para controlar el pelotón. Otros de renombre -Zanini, Leoni- no han andado bien en todo el año y no van a hacerlo ahora.

La razón de que Wust gane sin apenas oposición etapa tras etapa es la de que se encuentra en el equipo más fuerte hasta ahora, el Festina. Tan motivado y tan superior se encuentra que no necesita ni de la ayuda de lanzadores para imponerse a nombres que buscan su primera victoria importante. Ahora parece que sólo les queda el recurso de las fugas lejanas, casi siempre condenadas al fracaso.Lo que lleva a otra pregunta. ¿Los italianos no han llegado con motivación y fuerzas a la Vuelta, un territorio que antes suponía para ellos conquista fácil? Viéndoles en la salida de las etapas -la mayoría haciendo cola ante la barbería de las sensuales azafatas o lanzando miradas llenas de baba hacia el resto de sensuales azafatas que atiborran la zona-, no parece que estén pensando mucho en la etapa.

Como todas las preguntas que levanta esta Vuelta, la primera prueba de la verdad será en Sierra Nevada. Puede que los italianos empiecen a ganar en la montaña, que para eso están Piepoli, Petito, Zaina, Chiappucci y compañía. Por de pronto, en la primera etapa con un puerto duro, ayer, de los 11 abandonos, tres eran de ciclistas italianos.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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