Cipollini y Miss Italia
¿Qué asunto podría ser más interesante para el bello Mario Cipollini que el éxito en el empeño de conseguir en un mismo año vestir la maglia rosa del Giro, el maillot jaune del Tour y el amarillo de la Vuelta? Bingo. Un asunto de belleza. Para el mejor sprinter del mundo -cinco etapas en el último Giro y dos en el Tour- hay cosas importantes y cosas importantes. Y con preferencia para las segundas.Resulta que hoy se celebra el último día del concurso de Miss Italia, la gala inventada en 1947 con triunfo de Lucía Bosé y segundo puesto de Gina Lollobrigida -cómo cambian los tiempos- y también resulta que en el jurado de tan distinguido evento figuran los tres deportistas italianos más sexys. A saber, Marco Pantani -el ciclista calvo-, Alberto Tomba -la bomba esquiando- y Mario Cipollini -el Rey León, por eso de la melena al viento- Pero también resulta, maldita coincidencia, que hoy también comienza la Vuelta, en la que Cipollini está inscrito. En teoría no hay imposibles técnicos. La organización del certamen de belleza ha dispuesto que un jet privado esté preparado en el aeropuerto de Lisboa para, nada más terminar la etapa en Estoril, conducir al sprinter hasta Milán. Un par de horas después le recogería para llevarle a dormir al lado del circuito automovilístico portugués. Pero el asunto no, es sólo técnico. La Vuelta ha mostrado su oposición al tinglado. Cipollini, pese a quien pese es, en el fondo, un ciclista y está corriendo. Y en su equipo, el Saeco, habitualmente cómplice de sus escapadas en busca de la belleza, también le han echado el freno. Aunque sólo aparentemente. Han convertido el asunto en una apuesta. Si Cipollini gana la etapa, le dan permiso para la fuga. Habrá que esperar entonces a un par de coincidencias.
Pese a que el perfil es llano, con sólo tres altos de tercera, no es tan sencillo que Cipollini, pese a ser el mejor sprinter, gane la etapa. Todos predicen un día de cortes por el viento y las irregularidades del trazado; nadie piensa que se llegue en pelotón total. Algún maquiavelo ya tiene preparada la bomba que haga al grupo quedar roto y a algún favorito sin posibilidades. Y la segunda coincidencia, que el Saeco cumpla su palabra y que Unipublic lo permita.
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