Un doble asesinato abre en EE UU el debate sobre los cazarrecompensas
Esta es una historia con argumento y escenario del salvaje Oeste. Una historia de polvo, sudor y sangre en la que el cazador termina siendo cazado. La policía de Arizona buscaba ayer a dos de los cinco cazadores de recompensas que el pasado domingo asaltaron una vivienda unifamiliar de Phoenix, aterrorizaron a una familia y abatieron a tiros a una pareja. Los cazadores actuaban con todas las de la ley: buscaban, aunque en el lugar erróneo, a un fugitivo de la justicia, para lo cual no necesitan ni mandamiento judicial ni permiso policial. El caso ha abierto el debate sobre su impunidad.EE UU es un país fiel a sus jóvenes tradiciones. Para pasmo no sólo del mundo, sino también de muchos de sus habitantes, los cazadores de recompensas siguen siendo tan legales y tan activos como en los tiempos en los que Robert Ford abatió por la espalda a Jesse James. Ahora se dedican a buscar a aquellas personas que tienen problemas con la justicia, son puestas en libertad provisional bajo fianza, reciben prestado el dinero de alguna de las empresas dedicadas a este negocio y desaparecen sin pagar lo que deben.
Los cinco iban en busca de un presunto delincuente que se había esfumado sin devolver los 25.000 dólares (3,75 millones de pesetas) que debía a una empresa prestamista de California. Todavía no se sabe cómo y por qué llegaron a la errónea conclusión de que el fugitivo estaba en la casa en Phoenix de la familia Foote.
De madrugada
A las cuatro de la madrugada del domingo, con los rostros cubiertos con pasamontañas, ropas negras, chalecos antibalas y los dedos en los gatillos, los cinco cazadores derribaron la puerta de la casa, registraron su interior, localizaron, encañonaron y maniataron a dos adultos y tres niños e irrumpieron en el dormitorio donde se encontraban Christopher Foote, de 23 años, y su novia, Spring Wright, de 21.
Alertado por la escandalera, Christopher había sacado de la mesita de noche su pistola del calibre 9 milímetros. Se enfrentó a tiros a los asaltantes y logró herir a dos en los brazos, pero éstos convirtieron en coladores a él y a su novia. Dos de los cazadores -uno de ellos herido levemente- permanecían ayer en dependencias policiales de Phoenix bajo la acusación de homicidio en segundo grado; un tercero -alcanzado más seriamente en el tiroteo- se recuperaba en un hospital. Otros dos, considerados "armados y muy peligrosos", eran buscados en todo el territorio del Estado.
Arizona, entretanto, discutía cómo poner coto a los cazadores de recompesas. El incidente de Phoenix ha reactivado la polémica planteada allí hace una década, cuando un cazador de 19 años de edad fue condenado a tan sólo seis meses por disparar a un fugitivo por la espalda cuando caminaba por un aparcamiento acompañado de su esposa y su hijo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.