Blair desbloquea el proceso de paz en el Ulster al aceptar al Sinn Fein en las negociaciones
En el más audaz paso británico en la historia reciente del conflicto en el Ulster, el Gobierno laborista de Tony Blair extendió ayer una invitación formal al diálogo con el frente político de los guerrilleros del Ejército Republicano de Irlanda (IRA). Los representantes del implacable movimiento nacionalista norirlandés se pondrán corbatas y aparecerán sentados en las sillas reservadas para el Sinn Fein en la sesión inaugural de la nueva conferencia de paz que debe despegar el 15 de septiembre hacia el volátil e incierto horizonte político norirlandés.
Desde el punto de vista británico, la metamarfosis del IRA ha sido un pasaje benigno. A partir de la declaración de la "tregua total" de los extremistas republicanos hace seis semanas, no ha habido una sola bomba grande. "No ha habido un solo balazo", declaraba ayer con feliz incredulidad el portavoz de la policía británica en el Ulster.Ese y otros fueron los detalles que capitalizaron el argumento pacifista de la ministra británica para Irlanda del Norte, Mo Mowlam, cuando se presentó ante la prensa para reconocer que la reconciliación en el Ulster debe necesariamente pasar por una serena contemplación de las aspiraciones nacionalistas de la fuerza católica e izquierdista del Sinn Fein.
Mowlam, cuyo título oficial es mucho más amplio en cuanto a los objetivos de su mandato -demostrar que con el nuevo Gobierno laborista de Blair es posible resolver el antiguo conflicto en el Norte de Irlanda- rindió un homenaje quizás involuntario e indirecto a la capacidad del Sinn Fein a mantener a raya a los asesinos.
Mowlam declaró que: "Creo que hay una tregua inequívoca. Los ataques (contra los 17.000 soldados británicos, la inmensa fuerza policial del Royal Ulster Constabulary y las fuerzas ideológicamente aliadas de las milicias protestantes) han cesado".
Reconocer que el IRA, sujeto a las instrucciones del Sinn Fein, ha abandonado la lucha armada, equivale a un espaldarazo a la cuestionable vocación pacifista de los nacionalistas católicos del Ulster que desde hace décadas intentan romper con la ocupación británica.
Las declaraciones de Mowlam coincidieron con las esperanzas de un arreglo rápido emitidas por el despacho de Blair con revelaciones de que el IRA tenía en mente un sofisticado plan para introducir "coches bomba de operación remota" en su campaña violenta.
El descubrimiento de un garaje clandestino en Belfast donde se construían coches bomba a pedido del IRA añadió munición a la estridente campaña protestante. "Esta es la muestra de las verdaderas intenciones de los republicanos", fue el comentario de un portavoz de el Partido Unionista del Ulster (UUP), la principal fuerza protestante dirigida por David Trimble que ve la conferencia de paz como un ardid de Londres.
La nueva tregua del IRA es observada con microscopio protestante y los celosos mecanismos de inspección inmediata de Londres y Dublín, los patrocinadores de este proyecto de paz. El IRA se niega a deponer sus fusiles y explosivos hasta que el movimiento republicano no constate un desarme, total de las milicias protestantes y el RUC.
Mowlam invertía anoche sus mejores esfuerzos para obtener una declaración oficial del Sinn Fein en sentido de que el desarme de el IRA es esencial para el futuro curso del proceso de paz. Pero la expresión de vocación pacifista por parte del Sinn Fein y del IRA sigue siendo un tanto ambigua.
Dentro de la actitud del Gobierno británico de tender la mano a los nacionalistas norirlandeses, no es descartable una próxima -y no menos histórica- reunión entre Tony Blair y el líder del Sinn Fein, Gerry Adams. Tal posibilidad levanta ampollas entre los unionistas, que consideran a Adams su principal enemigo. Incluso el unionista moderado David Trimble piensa que sería "repulsiva" una posible entrevista cara a cara con el jefe de los republicanos.
La dominación de los potentes
Martin McGuinness, el número dos del Sinn Fein de Gerry Adams y el jefe de la delegación republicana que, salvo un atentado capaz de destruir el proceso de paz, acudirá a las negociaciones convocadas para dentro de dos semanas, expresó su fe en las posibilidades que ofrece el foro de discusiones multilaterales organizado bajo los techos del complejo palaciego en el suburbio de Belfast que ha adquirido el nombre de Stormont, gracias a la vecindad de un viejo castillo cuyos tapices todavía contienen románticos versos irlandeses de antaño. Uno de ellos condena gráfica y explícitamente "la dominación de los potentes", una referencia a la hoy desaparecida gloria económica de Inglaterra.
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