La primera chica de oro
María Peláez gana los 200 mariposa y se convierte en la primera nadadora española que logra semejante éxito
De forma inesperada, ante el asombro de todos, la española María Peláez ganó la final de 200 metros mariposa en los Campeonatos de Europa, una victoria de proporciones históricas. Peláez conquistó la primera medalla de oro en la historia de la natación femenina española. Lo consiguió en una carrera majestuosa, frente a la irlandesa Michelle De Bruin-Smith, la nadadora que reinó en los Juegos de Atlanta. María Peláez atacó la prueba con una determinación extraordinaria. Para ganar tenía que realizar varias hazañas: recortar de forma muy apreciable el récord español y dominar a De Bruin-Smith y la competente danesa Mette Jacobsen. Y eso es lo que ocurrió: batió la plusmarca por más de dos segundos -su registro fue 2.10.25- y superó a la irlandesa en el último largo, entre la emoción de los espectadores que apenas podían creer lo que sucedía. Pero la proeza era cierta. María Peláez, que un día fue la promesa emergente de la natación española, confirmó por fin sus enormes cualidades."Había pensado que iba a hacer 2.11.00, pero no que pudiera hacer la marca que he hecho", confesó Peláez, malagueña de 19 años. Era difícil de apreciar lo que prevalecía en su rostro: si la incredulidad o la emoción.
Tras alcanzar la pared, miró alrededor, certificó su victoria y comenzó a llorar. Después permaneció varios minutos en el agua, como si quisiera disfrutar absolutamente de un momento memorable en su vida. En los graderíos, los espectadores coreaban su nombre con entusiasmo, porque todos sabían que la victoria de Peláez abría una nueva época en la natación española.
La victoria de Peláez tuvo un carácter sorprendente, entre otras cosas por la presencia en la final de la irlandesa Michelle De Bruin, que había ganado el bronce en Atlanta 96 en la misma carrera con una marca de 2.09.91. Por si fuera poco, en las series preliminares Peláez había obtenido el cuarto mejor registro, lo que autorizaba a pensar quizás en una medalla de bronce, pero nunca en la de oro. Porque no sólo era De Bruin-Smith. También debía medirse con la danesa Mete Jacobsen, plata en esta distancia en los Europeos de Viena. Por lo demás, los tiempos de las finalistas estaban bastante igualados. Pero si Peláez batía el récord de España (2.12.65), el bronce estaría a su alcance. Más allá, estaba el sueño. Y María Peláez no lo dudó: entre lo posible y la aventura, prefirió la aventura. Así que fue a por la victoria desde la zambullida. Nunca ha nadado con más coraje.
"Tenía que tener algún detallito con la gente que ha venido a verme" (más de 100 entre familiares y amigos), bromeó después de la prueba. Salió sin dudas. Su puesta en acción, aunque ha mejorado en los últimos meses, nunca ha sido especialmente buena, pero tiene una brazada perfecta y una gran potencia de nado. Pasó en los primeros 100 metros por 1.02.66, superada sólo por De Bruin-Smith. El parcial era un segundo más rápido de lo que realizó cuando batió el récord de España. Se temió que no fuese capaz de aguantar la segunda parte de la carrera. Pero lo hizo. En los últimos 50 metros, la carrera era ya un duelo entre ella y De Bruin. Y la española no desfalleció. Sabía que estaba ante el momento de su vida. La piscina de San Pablo se volcó de manera estruendosa para alentar a la nadadora española.
La irlandesa paró el reloj en 2.10.88, sólo 63 centésimas por detrás de la española, y la plata le supo a poco. "Estoy dispuesta a tomarme la revancha incluso ahora, si quiere", bromeó. "Pues será en otro momento, porque yo ahora no estoy dispuesta", le contestó Peláez, que sólo quería disfrutar de aquel instante mágico.
A Peláez no se le olvidará del podio de Sevilla mientras viva. "Estoy deseando subirme ahí, para ver qué se siente", dijo. Entre las personas que confiaban en que la malagueña pudiera estar en lo más alto, se contaba Martín López-Zubero, que lo había ocupado el sábado con el 100 espalda. "Me he emocionado muchísimo, y me da. mucha alegría que María haya conseguido esto porque así tengo una compañera de podio", confesó.
Pero la de Peláez no fue la única alegría que dio ayer la selección española. Frederik Hviid completó su excelente actuación en los Europeos -el miércoles fue segundo en los 400 metros estilos- con el quinto puesto en los 1.500 metros libres. Su marca, de 15.22.20, supera el tope exigido para Perth, por lo que el nadador canario tendrá que replantearse su intención de preparar sólo los 400 metros estilos, como tenía pensado.
Como un delfín
María Peláez (Málaga, 1977) lleva 14 de sus 19 años cosida a una piscina. En los últimos cinco pasó de ser la niña revelación de la natación española -a los 14 fue la representante más joven del equipo español en Barcelona 92- al estancamiento: desde los europeos junior de Leeds de 1992, donde hizo 2.13.04, hasta los Campeonatos de España de Verano de 1997, hace un mes, no logró mejorar su marca en 200.Sólo la cabezonería, una de las características que mejor la definen, la ha permitido no perder la esperanza. Esta tozudez la llevó a negarse a entrenar fuera de España - "lo que llegue a hacer en natación, lo haré con los medios que hay aquí", dijo-, o seguir en su club de toda la vida, el Real Club Mediterráneo de Málaga.- En la decisión de no dejar Málaga tiene mucho que ver Antonio Luis Gómez, el entrenador del club y quien descubrió sus posibilidades para la competición cuando tenía 11 años. Hasta entonces, María, cuarta de cinco hermanos, había ido a la piscina de acompañante de sus hermanos mayores. En 1990 ingresó en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) del Cerrado de Calderón de Málaga, y desde entonces se entrena con Fernando Tejero, al que considera otra de las personas cruciales en su carrera.Lo que más trabajo le costó en el proceso de adaptación al CAR fue dejar su casa. Para María su familia, muy numerosa, y sus amigos, lo son todo. "Si me hubiera tenido que ir de Málaga, no sé si hubiera aguantado", comenta. Le costó mucho, incluso, tomar la decisión de marchar a entrenarse al CAR Joaquín Blume de Madrid, donde lleva un año, y sólo se decidió a hacerlo cuando Fernando Tejero se trasladó allí. Pero la estancia en Madrid ha sido muy beneficiosa para su proyección. "En Málaga no podía seguir. No hay ninguna piscina de 50 metros, no teníamos medios y además tenía que empezar la carrera". También, tiene tiempo para estudiar. Este año ha hecho primero de INEF. "Pero no sé si quiero ser entrenadora o hacer otras cosas", advierte.Es alegre y extrovertida. Valora sobre todo la amistad y mantiene el contacto por correo incluso con amigos que no ve desde hace más de 10 años. Se confiesa una auténtica maniática de escribir cartas. "En mi primer mes en Madrid, envié más de l00", se ríe. Siente un gran amor por los delfines, unos animales que colecciona en fotos y figurillas. En 1996, tuvo la oportunidad de nadar con ellos en el Delfinario de Barcelona para un reportaje de televisión. "Me identifico con ellos. Son alegres y tienen los dientes separados, como yo", bromea.María dijo que ayer sacó las fuerzas para ganar por otra cosa, para dedicarle la medalla a su mayor fan, su abuela Mami, fallecida hace un mes cuando ella estaba concentrada para los Europeos en Sierra Nevada.
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