Iberia y los huelguistas del aeropuerto de Ibiza alcanzan un acuerdo que pone fin a las dos semanas de protesta
La dirección de la compañía Iberia, bajo control del Estado, y los delegados de los 45 trabajadores fijos discontinuos de la plantilla de tierra del aeropuerto de Ibiza que permanecían en huelga de hambre desde el pasado día 6 de agosto, pasadas la una y media de la madrugada de hoy, anunciaron que habían alcanzado tres puntos básicos de acuerdo y que con ello se cerraba el conflicto planteado. Así terminó la actitud de bocas cerradas y de protesta callejera que desarrollaban en la terminal ibicenca los empleados de los mostradores y los operarios de maletas, con la promesa de Iberia de atender sus demandas de mejora sustancial de los planes de contratación y el estudio en la próxima negociación del nuevo convenio de incorporar cambios en los traslados y permutas.En casi cuatro horas de diálogo, entre las diez de la noche de ayer y la 1.30 de hoy, Iberia y los huelguistas celebraron el que fue el segundo contacto directo en dos semanas de movilización, que alcanzó notable repercusión pública. A primera hora de la mañana un grupo de huelguistas se había enfrentado con los trabajadores eventuales contratados por la compañía para suplir a los empleados de baja médica, por síntomas de inanición, en los turnos que quedaban vacantes.
"Hubo un conato de agresión contra los esquiroles, por la tensión y el desencanto", observó al mediodía de ayer un portavoz del colectivo de la protesta. En el exterior de las instalaciones aeroportuarias de Ibiza, por las que ayer operaron 220 vuelos con más de 4.000 pasajeros, la -acampada de los huelguistas en protesta ofrecía entonces escenas de cierto patetismo.
"A mi no me saques porque mi madre (en Zamora) cree que estoy de apoyo y no estoy ayunando. No quiero que me vea". Después de quince días sin ingestar comida sólida, sustentando sólo el cuerpo con bebidas isotónicas, sueros y zumos, el rostro de este trabajador que reclamó el anonimato delataba cansancio, agotamiento y una cierta desolación. No estaba para fotos. Los turistas pasaban ante todos con indiferencia. En la oficina de información sólo preguntaban si el paro provocaba retrasos en las salidas de los aviones. En la fachada de la terminal no había sombras. Tampoco en el campo anejo de tiendas de campaña instalado para pasar la noche cara al sur, hacia Formentera, junto a los setos de adelfas venenosas. Decenas de autobuses descargaban sin cesar pasajeros centroeuropeos patinados de sol y con las pilas. recargadas frente al escenario de la huelga.
Viento caliente
El humo del gasoil quemado y las nubes de viento caliente del aire acondicionado de los transportes agobia a las decenas dé trabajadores que yacen o están sentados, bajo una pancarta. Ayer hasta el anochecer se les veía pálidos y muchos eran barbudos incipientes. "Parece que estamos en la siega", narró irónico J. mientras repartía bebida mineralizada a sus cinco compañeros de cuello blanco -administrativos- y los cuarenta operarios de fuerza -obreros de las pistas- unidos en la espectacular acción reivindicativa. Treinta y tres tenían la baja médica. La mayoría son, inmigrantes. Del grupo movilizado sólo cuatro eran ibicencos de nacimiento: " De pata negra", dice Toni, que vive y trabaja también en el campo cercano al aeropuerto donde descarga maletas.
Como la mayoría lleva una década con contratos temporales frágiles en Iberia, que tras los recortes en el Inem en invierno devienen en paro y ayudas familares escasas (entre 50.000 y 20.000 pesetas al mes). "Tengo turnos caóticos en la temporada alta, cuatro días a la semana vengo mañana y tarde, dos horas y dos horas", anota Toni.
Los empleados del turismo conquistaron a finales de los años 70 un sueldo casi idéntico en invierno -cuando no trabajan- al que tenían mientras sudaban en verano en las cocinas o en las terrazas. Esta es la clave de la filosofía laboral fijos discontinuos: sueldo o prestaciones en función de los contratos últimos disfrutados. Fue el eje de la movilización de Ibiza, incontrolada por los grandes sindicatos.
"Los recortes laborales del PSOE y los aplicados luego con la derecha, unidos a la política arbitraria de Iberia, nos deja casi en el hambre y la miseria en invierno, cuando la isla se cierra y no hay posibilidad de hallar ocupación. No hay turismo", explica A. un cántabro de treinta y cuatro años, hijo de empleado de la compañía que ahora debe acogerse en los meses fríos en el hogar familiar lejano."Me gustaría", agrega, " tener la sensación de lo que es cobrar una paga de Navidad, en catorce años de contrato nunca la he tenido, soy un trabajador de primera y no de cuarta división".
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