Morir en el tajo
Los trabajadores culpan de los 24 muertos de la construcción al sistema de pago por tarea hecha
Demasiados muertos. Los andamios madrileños se visten de luto: 24 obreros de la construcción han fallecido en lo que va de año, siete de ellos desde finales de julio. De seguir la tendencia, se alcanzará un récord negro. Los sindicatos denuncian el descenso de la seguridad debido al modo de producción en las obras: subcontrataciones y destajos (pago por tarea). La patronal considera. que el sistema, "de especialización", no tiene que estar teñido por la siniestralidad. La Administración promete más vigilancia. Entre ladrillo y paleta, los albañiles se preguntan hasta cuándo.Una manta plateada cubre el drama. Jesús Zamorano, un encofrador de 49 años, ha muerto en el tajo. Su casco verde quedará tirado durante horas en la zanja de un solar de la Vía Carpetana (Carabanchel). Minutos antes en esta mañana del martes 12 de agosto, otro obrero, Antonio Caballero Medino, ha muerto al caer de un andamio en Alcorcón cuando enladrillaba una fachada con sus tres hijos. Con ellos son 23 los trabajadores de la construcción fallecidos en las obras madrileñas desde que empezó el año. Al día siguiente, la estadística gana otro número a la vida: el obrero Juan Nicanor González muere a consecuencia de las heridas recibidas en el tajo el último día de julio. Y van 24.
Más peligro
Caídas, aplastamientos, derrumbes. La construcción, uno de los sectores tradicionalmente con mayor siniestralidad, se tiñe de luto este año. Desde 1993, la media de muertos por accidente en el sector ronda los 30 anuales, según los datos de Comisiones Obreras, único organismo que facilita las cifras desglosadas de Madrid. En los siete meses y medio transcurridos de este año, ya suman dos docenas.
¿Por qué esta subida? Para el presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón, que ha interrumpido sus vacaciones para inaugurar obras, el aumento de los siniestros está estrechamente relacionado con el incremento de los trabajos. "A más obras, más riesgo de accidentes", sentencia el presidente de la Asociación de Empresas de la Construcción de Madrid, José Moreno, quien matiza: "Es cierto que hay. obras muy grandes en Madrid, pero tienen pocos trabajadores". La población ocupada en el sector (144.700 personas el año pasado) ha crecido al socaire de la bonanza económica hasta recuperar, en 1996, un nivel de empleo similar al de comienzos de esta década (141.400 trabajadores en 1990).
Los sindicatos creen. que el "relativo" auge de las obra sobre todo las públicas, no es determinante para explicar los accidentes. "El aumento de los tajos no supone crear más empleo, sino prolongar las jornadas, que pueden llegar hasta las 12 horas en verano", explica el responsable de Salud Laboral en la Federación de Construcción de CC OO, Braulio Ballestero.
Tanto para este sindicato como para UGT, la causa principal del aumento de los siniestros (10.213 en los primeros siete meses de este año, frente a 8.715 en el mismo periodo de 1996) está en el sistema de trabajo que se sigue en las obras: subcontratación y destajos. "Un albañil curra de sol a sol porque cobra en función de los ladrillos que pone", explican. "La seguridad ha pasado a ser algo secundario: requiere tiempo y medios. Si uno no coloca los metros estipulados y en las condiciones que te den, te echan", añade Ballestero.
"Cuando la Administración saca una obra a concurso, elige la oferta más barata. La empresa adjudicataria, a su vez, elige a la subcontrata que le hace mejor precio para una tarea. Y los pistoleros [subcontratistas], que dan el trabajo directamente a la gente y deben responder por la seguridad, regatean el dinero y la prevención. Además, meten prisa", resume Julio Quiroga, un obrero que milita en UGT.
Para los sindicatos, la solución pasa por acabar con las subcontratas. Los constructores las defienden. "La seguridad es rentable", insiste José Moreno. Falta que todos se convenzan.
"No teníamos casco ni arnés cuando cayó mi padre"
José Antonio Caballero tiene 33 años y un dolor eterno. El martes vio morir a su padre, Antonio Caballero Medino. Cayó desde un sexto piso cuando enladrillaba una fachada en Alcorcón. José Antonio y dos de sus seis hermanos le ayudaban en el tajo."Mi padre estaba trabajando en un hueco entre dos terrazas. El andamio estaba separado de la fachada en los entrantes; y para poder poner los ladrillos en el sitio tuvo que subirse en una traviesa de metal sin barandilla. Se escurrió en la chapa", relata.
El resbalón fue fatal. Antonio, de 54 años y vecino de Leganés, se estrelló contra un contenedor situado a ras del suelo, 15 metros más abajo. El filo del recipiente le segó la pierna izquierda. "Trabajábamos sin casco y sin arnés porque no nos los habían dado los pistoleros [subcontratistasl], prosigue José Antonio.
La familia de enladrilladores había llegado a finales de julio a la obra (promovida por la empresa Auxidecor) de la mano de una subcontrata, Sánchez, radicada en un pueblo de Toledo. "Ibamos a destajo. Los cuatro teníamos que hacer una planta por semana y a cada uno nos daban 190.000 pesetas al mes, sin pagas extra", prosigue José Antonio.Los Caballero se ahorraron tener que contar los ladrillos diarios. El metro cuadrado del tipo visto para fachadas se paga a unas 1.400 pesetas, según fuentes del sector. Pero un metro cuadrado del tipo tosco sólo representa 550 pesetas para el bolsillo.
"Por lo menos, los pistoleros nos hicieron los contratos y la Seguridad Social bien. No tuvimos que firmar el finiquito en blanco y por adelantado, como nos ha ocurrido otras veces", suspira José Antonio, que también se queja de que la cartera con toda la documentación de su padre se perdió aquel día y pide ayuda para recuperarla. "Las condiciones de seguridad en la obra eran malas, cómo en el 80% de los tajos. Los precios van tirados. La empresa principal atosiga a la subcontrata y ésta te atosiga a ti. Y la seguridad es siempre la mínima. Teníamos que trabajar a toda velocidad porque había que entregar la obra en septiembre", añade.
Como Antonio, al menos 21 de los 24 obreros muertos este año eran eventuales. El convenio del sector fija en 4,5 millones de pesetas la indemnización por muerte en el tajo.
El inspector de Trabajo paralizó la obra de Alcorcón al observar deficiencias en la seguridad. Lo mismo tuvo que hacer una hora antes en la Vía Carpetana, donde había muerto un encofrador. Según CC OO, en la región sólo hay 90 inspectores, de los que 33 se dedican a perseguir fraudes. Los sindicatos piden más efectivos para la construcción. La Administración ha prometido 11 funcionarios.
La semana que viene José Antonio volverá a la obra "sólo para recoger la herramienta". No quiere seguir en ese trabajo. Volver a manejar la paleta será doloroso. "Esto se aguanta porque hay que comer y pagar la hipoteca", concluye llorosa su mujer. Son los ladrillos de la ira.
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