El régimen chino tolera un debate público sobre los cambios políticos

El nuevo hombre fuerte de China, Jiang Zemin, se está moviendo con celeridad. A dos meses del inicio del importante XV Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) -que deberá proceder entre otros asuntos a la sustitución del poderoso primer ministro Li Peng, uno de los halcones del régimen- ha reforzado la defensa de las ideas reformistas en el terreno económico y ha abierto ligeramente la mano en el político donde algunos intelectuales se han aventurado a formular sugerencias de cambio.El periódico oficial El Diario del Pueblo publicó la semana pasada un editorial en primera página en el que se decía que "el término economía de mercado figura, por primera vez, en la bandera del socialismo". Más adelante, el diario asegura que "no hay camino de retorno" en los cambios emprendidos y formula un reconocimiento del fracaso del socialismo para responder a los actuales desafíos: ."Hemos tenido una economía planificada durante más de 20 años y creado los cimientos de la industrialización, pero sigue siendo una economía de escasez y pobreza".

Pero lo más importante, sin duda, es el consentimiento de un ligero debate sobre la necesidad añadida de proceder a ciertos cambios políticos, como el empleo, de los referendos para tomar decisiones sobre algunos asuntos de interés capital. Es la primera vez que sucede desde el aplastamiento de la rebelión estudiantil de la plaza de Tiananmen en junio de 1989.

El profesor Shang Dewn, de la Universidad de Pekín, propuso esta semana, de forma abierta y sin restricciones, la elaboración de una nueva Constitución, elección nacional de los líderes más importantes, libertad de prensa, sistema judicial independiente y una presidencia de cuatro años. No es el único que se ha atrevido. El economista Yu Guangyuan, expulsado del partido comunista en 1990 y antiguo asesor de Hu Yaobang, también ha solicitado la elaboración de una nueva Carta Magna. El veterano disidente Xu Liangying ha realizado una predicción al respecto. Cree que estos cambios son inevitables en un plazo de dos años.