Traspaso de poderes en Envalira
Godefroot se rinde ante Ullrich en la cima pirenaica:"Olvídate de Riis, eres libre para hacer tu carrera"
La noche anterior, Jan Ullrich confiaba a los suyos: "En el Tourmalet, más que pedalear volaba sobre una nube. Estaba perfecto. No me costaba nada subir. Si me voy, nadie me sigue". El joven alemán de Rostock se sentía como un pura sangre con las riendas cortas. Disciplinado, no quería romperlas. Sólo esperaba que el jinete se las soltara. Después de visto lo de ayer, suena a historia de mezquindad todo el debate previo sobre el liderazgo dentro del Telekom. Sobre el respeto del joven príncipe al viejo rey en decadencia. No se trataba de decidir sobre quién mandaba en un equipo, a Jan UlIrich le había llegado simplemente la hora de mandar en el ciclismo mundial, de abrir una nueva época desde sus 23 años.Walter Godefroot, el sonriente director del Telekom, lo debió comprender así. Y también Bjarne Riis, el destronado rey del Tour. Nada más cruzar la meta, se fundió en un abrazo con el alemán y proclamó: "Lo que ha hecho Ullrich es maravilloso, fantástico, trabajaría por él hasta abandonar".
"La táctica del día era clara", explica Ullrich. "Lo decidimos la víspera por la noche: salir fuerte desde el principio para ir dejando gente en los últimos puertos". Cuando enfilaron el interminable y tendido Envalira, Olano no pudo aguantar el ritmo. Los demás seguían a duras penas. Godefroot pasó de arriba abajo con el coche observando las caras y los gestos de los corredores.
Pocos metros antes de la cima, Ullrich levanta la mano. Se acerca el coche del Telekom a cola. El ciclista cruza unas palabras con su director y recibe dos bidones de bebida a cambio. Con alegría vuelve a acelerar y se coloca en cabeza del grupo. Acaba de recibir vía libre. Godefroot lo cuenta: "Ví que la mayoría de los corredores subía con dificultades detrás de Ullrich y le dije: en el último puerto, eres libre para hacer tu carrera, no te importe lo que le pase a Riis o a nadie más". El jinete había soltado las riendas de su pura sangre. Como dice Unzue, "el traspaso de poderes ha sido una simple correlación de fuerzas: el más fuerte se ha ido".
Cumplir la orden le resultó fácil a UlIrich, tan fácil como acelerar simplemente bajo la pancarta de los últimos 10 kilómetros, en lo más duro del puerto de Arcalís. "Cuando aceleré vi que me seguían unos pocos, luego menos y al final me ví solo, por lo tanto seguí adelante", dice el nuevo rey del Tour. Escribir la historia del ciclismo se hace a veces con gestos mínimos.
Un rey duradero
Jan Ullrich tiene la edad para ser un rey duradero. A los 22 años ya asustó, y a los 23 ha confirmado. Ha llegado a florecer, además, justo en un periodo de transición. Sin un líder sólido por delante. Nació en diciembre de 1973, es decir pertenece a la generación del 74. Casi todos los campeones que han marcado una época nacieron en un año terminado en cuatro: Anquetil, en 1934; Hinault, en el 54 e Induráin en el 64. La historia está con él. El Tour lo ha elegido. ¿Qué más necesita? Ganar el Tour."Sí, Ullrich es el más fuerte,pero no está todo ganado", dice Godefroot. "El Tour no se gana hasta llegar a París". El director belga, que quiere quitar la presión a su pupilo, busca la imagen de un boxeador. "Uno puede ser el más fuerte, pero si no logra noquear al adversario, éste, a base de pequeños golpes en el mentón puede ganarle a los puntos". Como si lo de ayer no fuera un K.O. técnico. Repasen las declaraciones de sus adversarios: todos lucharán ahora por ser segundo.
Para volar hacia su primer maillot amarillo, aquella prenda que le deslumbró por primera vez cuando la vio en el cuerpo del estadounidense Greg LeMond -"aunque no recuerdo en qué año", dijo-, UlIrich no se paró a hablar con Riis. "No nos hemos dicho nada", admitió Riis. "Pero no pasa nada. Hay que aprovechar las circunstancias, hay que saber atacar y ganar el maillot amarillo", añadió.
Riis, resignado
¿Qué pasará a partir del golpe de mano en Arcalís? Riis, aunque parezca mentira, se hizo el resignado. El habría intentado, si lo hubiera podido, el ataque. Hay uno más fuerte. Hay que aceptarlo. "Vienen nuevos corredores y hay que asumirlo", dice. "Y vamos a ganar el Tour juntos".Godefroot se suma al modelo de declaración diplomática. "Bjarne es un chico inteligente y sabrá adaptarse a la situación", dice. "Para él tiene que ser dura esta circunstancia, pero no me pregunto, ni dudo, cuál será su papel en el futuro del Tour estoy seguro de que hará el trabajo que hizo UlIrich para él en 1996".
Por una vez, pero por muy poco tiempo, Ullrich se quitó la máscara de impavidez y sonrió. "Sí, es verdad", dijo, "cuando mejor ando es cuando hace mucho calor; sólo bajo el sol alcanzo mi máximo". Pero enseguida volvió a la circunspección. Seguimos en época de reyes lacónicos y poco dados a la exageración. "El futuro del Tour es duro", asegura. "Así que estaré contento con lucirlo por lo menos hasta mañana".
Todos pronostican que en la contrarreloj del viernes, Ullrich, el último orgullo deportivo del régimen de la Alemania del Este, aumentará su ventaja en la general, pero él no es de los que lo proclaman. Habla sobre la bicicleta.
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