Si el ciclismo fuera cine
Suponiendo que el ciclismo fuese industria y, más extraño aún, industria cinematográfica, yo calificaría las ocho primeras etapas de este Tour como pertenecientes al género de las road-movies de serie B. Metraje desmesuradamente largo, alguien que se escapa que no es protagonista importante que pueda interesar al público y que es inevitablemente alcanzado por el resto de actores antes del final de la etapa-película. Para entretener un poco y evitar los bostezos, dos o tres caídas estratégicamente repartidas a lo largo del guión y antes de abandonar la sala, como única originalidad, no terminar con el clásico chico besa chica sino con chicas besan chico.Uno tiene ganas de que a partir de mañana se nos ofrezca ya otro de los géneros clásicos, como el western, o que si las cosas salen tal como soñamos, la oferta pueda ser todavía mejor, la de un gran espectáculo bélico, La carga de la brigada ligera, por ejemplo. Pero como estos hombres que pedalean, llegadas las- montañas no suelen tener guión previo, la épica posible será imprevista, tendrá algo de filme independiente, esos que suelen ganar los festivales y que casi hacen orgasmar a los cinéfilos, perdón, a los cicloespectadores, por terminar inventándome un término.