Cuatro tiros por la senda de la confusión
Las declaraciones ayer ante el juez de Miguel Angel Martínez Usea discurrieron por la senda de la confusión. Sin negar que hubiese efectuado los disparos contra el marroquí, su relato, siempre según fuentes judiciales, se empantanó en numerosas ocasiones, hecho que atribuyó a las pastillas y el alcohol que aquella noche tomó.En esta línea, hilvanó una versión del crimen en la que él aparecía como víctima de un intento de robo mientras dormitaba en plena calle del Barquillo. Al despertar, vio al marroquí, se identificó como guardia civil y le descerrajó sin más cuatro tiros.
Más claros fueron los testimonios de los dos testigos presenciales: la novia del marroquí y un transeúnte. Ambos corroboraron que no medió discusión entre la víctima y el homicida. ,
Por el contrario, Mourad el Abidine, de 19 años, que se había alejado un instante de su novia para atarse un cordón, ya estaba de pie y caminando sonriente hacia ella cuando fue baleado por la espalda. No hubo, pues, según esta versión, motivo alguno para los disparos. Ni siquiera una voz de robo por parte del supuesto homicida. Es más, estos testigos presenciales recordaron que después de matar a Mourad, el ex guardia civil se quedó inmóvil, pensativo, en el mismo lugar del crimen.
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