Jalabert necesita un palillo
Otra etapa para la miscelánea. En relación con mi crónica de ayer, es curioso constatar que si la literatura inunda el ciclismo, sobre todo el Tour, el cine ignora totalmente este deporte. Dos o tres películas de ficción (de esas que no pasan de las carteleras, forman la filmografía de este deporte, aunque, eso sí, varios documentales salvan esta carencia, sobre todo los que realizaron dos grandes cineastas, Claude Lelouch y Louis Malle. En la finca de este último, cercana a Toulouse disfruté con él de varias etapas y comprobé la pasión -superior a la mía- que le ataba al ciclismo. Además, Alexandra Stewart nos enriqueció todavía más con su belleza, sus atenciones y sobre todo con sus conocimientos del Tour y más aún del manejo del televisor, esta pequeña pero gratísima vacación. Habría que analizar por qué el boxeo, el alpinismo, las carreras de caballos, los grandes acontecimientos automovilísticos y algún que otro deporte minoritario han propiciado no muy excelentes pero sí muy comerciales películas, y en cambio el fútbol y menos aún, como he dicho, el ciclismo apenas se han asomado a la pantalla.Por lo demás, manifestar mi sufrimiento como supersticioso de toda la terrible gafancia que está cayendo sobre un extraordinario corredor al que quiero -un día les daré la relación de todos los ciclistas que gozan de mi afecto y también naturalmente de aquellos otros que no me conmueven y al que por desgracia no puedo enviarle ningún porte-bonheur y aun si lo encontrara le llegaría tarde. Me refiero a Alex Zülle. Tiene huevos que hasta ahora todos los abandonos correspondan a mis favoritos. Sólo me queda Jalabert, al que recomiendo se esconda un palillo de madera en el bolsillo de su maillot y cruce los dedos al inicio de cada etapa.
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