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LA ENTREGA DE HONG KONG

Gran fiesta en la plaza de Tiananmen para los 100.000 invitados oficiales

Una ciudad vestida de gala, que amaneció lluviosa y se mantuvo gris hasta que las luces y el ambiente festivo iluminaron la noche, celebró esta madrugada lo que desde hoy se conoce en China como yiao qi, los números 1 y 7 que señalan la fecha histórica de la devolución de la colonia británica de Hong Kong después de 156 años de "humillación nacional". La plaza de Tiananmen se cerró para 100.000, invitados cuidadosamente escogidos.

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UNA PATRIA MÁS GRANDE.

En los hutones, pasadizos que comunican los barrios de arquitectura tradicional con las amplias calles de Pekín, grandes banderas nacionales frente a las casas anunciaban el gran día. Los niños, vestidos de domingo, lucían sus mejores galas, mientras en los mercados la gente se apuraba a comprar con entusiasmo los ingredientes de una cena en familia. En las tiendas, las televisiones estaban atentas al correr de las horas y al desarrollo de los preparativos. Pekín era ayer una fiesta.El control policial que mantenía en orden el tráfico no impidió el traslado de miles de personas a casa de sus familiares y amigos para celebrar y ver por televisión imágenes de un hecho único, de un país alegre, festivo. En los restaurantes y hoteles se sirvieron exquisitos menús bañados con champaña.

Desde Hong Kong, un despliegue sin precedentes de más de 200 periodistas de la Televisión Central China hizo llegar a todos los rincones del país de forma simultánea detalles de los eventos en la ex colonia. Enlaces con corresponsales de la televisión nacional en todo el mundo transmitían el júbilo de los chinos de ultramar. Mientras, en las calles y los parques la gente se preparaba para una noche larga e inolvidable.

Al anochecer, los 100.000 invitados oficiales, representantes de toda China, se reunieron en el corazón de la capital, la plaza de Tiananmen. Pocas horas antes, 200 policías habían desalojado sin apenas oposición a los paseantes que en ese momento ocupaban la plaza. Muchos de ellos se habían congregado allí con la intención de asistir a la cuenta atrás en el enorme reloj instalado a tal efecto hace dos años. No hubo suerte. Todos ellos se vieron obligados a abandonar las 40 hectáreas más simbólicas de Pekín. Más tarde, dos escenarios, uno frente al reloj que ha marcado los días y segundos restantes para el regreso de Hong Kong y otro en medio de la plaza, con el rostro de Mao y la puerta del Palacio Imperial al Norte y el monumento a los Héroes del Pueblo al Sur, fueron el marco de los festejos oficiales.

Himnos especiales

Cantantes y bailarines, flores y banderas en mano, entonaron canciones patrióticas e himnos compuestos especialmente para la fecha hasta el esperado momento de la cuenta atrás al unísono de los últimos 15 segundos restantes hasta la medianoche. En ese momento, toneladas de fuegos artificiales coronaron el cielo de Pekín, el país entero se llenó de júbilo y los ojos de China, Hong Kong y el mundo entero se fijaron en el discurso del presidente Jiang Zemin desde el Centro de Convenciones de la ex colonia. En un país donde el amor a la patria es esencial en la educación del pueblo, esos minutos estuvieron llenos de emoción.Una pantalla gigante situada en la plaza pequinesa permitió vivir en directo los actos que se celebraban a miles de kilómetros de distancia, culminación de años de preparativos y punto intermedio de una larga noche que se extendió hasta la salida del sol. A las cuatro de la madrugada, y en medio de un silencio absoluto, se izó una vez más la bandera nacional en la legendaria plaza de Tiananmen.

Hoy, martes, a las cuatro de la tarde, la fiesta continuará. Otros miles de personas se congregarán de nuevo para celebrar, esta vez junto a su presidente y demás mandatarios que ayer estuvieron en Hong Kong, en el estadio de los Trabajadores de Pekín, el comienzo de un nuevo capítulo en la historia de la República Popular China.

Se espera otra velada de baile, fiesta y júbilo, esta vez el broche final de los acontecimientos.

"Lavar con sangre cien años de humillación, mañana Hong Kong será más bella". Este ha sido la consigna más repetida en los carteles propagandísticos que, adornaban la capital china, en referencia a la pérdida de la colonia durante las guerras del opio (1840-1844). El Partido Comunista Chino se ha arrogado el triunfo de la retrocesión. "Ha sido un sueño durante más de cien años pero sólo se ha hecho realidad bajo el liderazgo del Partido Comunista", aseguraba en su editorial de ayer el oficial Diario del Pueblo.

Desde las cero horas, Hong Kong es soberanía de la madre patria. En Pekín todavía lo celebran.

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