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El Ronaldo de los tableros

Para los aficionados al ajedrez, Gary Kaspárov es el Ronaldo de los tableros, el crack de una Liga de campeones que se mueve entre alfiles y reinas. Y no es para menos, porque el ogro de Bakú ofrece sobre todo espectáculo. Para el centenar de aficionados que siguieron el juego de Kaspárov en una sala adyacente, escuchando las explicaciones del gran maestro Miguel Illescas, era todo un placer ver los movimientos y los gestos del campeón."Va a tener que trabajar de lo lindo", vaticinaba Illescas al comienzo. "Quiere desorientar a sus adversarios", apuntillaba el gran maestro argentino Miguel Najdorf, una leyenda viva del ajedrez que a sus 87 años siguió las partidas con el entusiasmo de cualquier aficionado, y se unió a Illescas en las explicaciones.

Y eso que el lenguaje utilizado asustaría a más de uno. "El alfil blanco controla H7, "la iniciativa es del blanco de la dama...".Un profano se sentiría perdido entre conversaciones de este tipo, pero los allí presentes parecían encantados con estas frases.

A medida que transcurrieron los minutos la cosa se fue animando. Kaspárov comenzó a tener más problemas de los previstos, y el interés de los aficionados creció al mismo ritmo que las caras de preocupación y a veces enfado del campeón. "Tiene varios huesos duros de roer", decía preocupado un aficionado, mientras uno de los 10 o 12 niños presentes en la sala apuntaba jugadas en una libreta.

Pero poco a poco los jugadores empezaron a caer. Uno, dos, tres... Kaspárov comenzaba a sacar provecho de su juego y las cosas empezaban a marcharle. Con cada internatua que perdía, la cara del campeón cambiaba de expresión, y durante los últimos minutos ya mostraba una franca sonrisa. La cosa estaba casi hecha y esta vez los ordenadores no habían podido con él.

Al final, dos héroes, el equipo Europchess de Bruselas y Sergio Altamira, de Huesca, lograron hacer tablas. Como reconocimiento, los espectadores ofrecieron para ellos sendas ovaciones. Cuando acabaron las partidas, Kaspárov, ya completamente relajado, puso su mejor cara de estrella y se ofreció a discutir con el público algunas de las jugadas. El campeón había vuelto a dar espectáculo.

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