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El islamismo avanza en medio de fuertes desigualdades

Juan Carlos Sanz

El 99% de los 65 millones de turcos se confiesan musulmanes, pero sólo una quinta parte de ellos votaron por los islamistas en las últimas elecciones generales, en diciembre de 1995. Claro que Turquía es un país oficialmente laico, miembro de la OTAN desde hace 36 anos y económicamente asociado a la Unión Europea. Su economía crece ahora por encima del 5% anual y sus ciudadanos disponen -en medio de grandes contrastes entre las desarrolladas regiones costeras y la pobreza del interior de Anatolia- de una renta per capita de más de 400.000 pesetas anuales. Estas desigualdades parecen haber sido, según los observadores diplomáticos en Turquía, el caldo de cultivo que ha favorecido el auge del Partido del Bienestar (Refah).Más de la mitad de los 12 millones de habitantes de Estambul o de los 4 millones de Ankara son unos recién llegados a las chabolas que rodean ambas megaurbes. Padecen una inflación que duplica los precios cada año con sueldos medios de unas 30.000 pesetas. En los míseros suburbios de las ciudades, sólo las cofradías islamistas se han acercado a cubrir la ausencia de servicios sociales, educativos o sanitarios.

El auge del islamismo político comenzó precisamente en las elecciones municipales de 1994, en la que,el Refah se hizo con el control de las principales alcaldías del país, incluidas las de Ankara y Estambul, y que precedió a su triunfo en las legislativas de 1995, como partido más votado.

Fin de la guerra fría

Pero el avance del islamismo en Turquía coincide también con el fin de la guerra fría. A Estados Unidos le resultó de gran utilidad el poderoso Ejército des plegado por el régimen kemalista -con 650.000 soldados, el segundo más numeroso de la Alianza Atlántica- en las fronteras del noreste de Anatolia con la antigua Unión Soviética. Pero tras la caída del Muro de Berlín Turquía comenzó a a perder peso específico entre las cancillerías occidentales.A pasar de todo, Washington sigue siendo el principal mentor de Ankara, sin duda para evitar que Turquía entre de lleno en el torbellino de Oriente Próximo o camine hacia un régimen teocrático como el del vecino Irán.

Frente al rechazo de quienes consideran a la Unión Europea como un club exclusivo para países cristianos, el Departamento de Estado norteamericano apuesta abiertamente por la integración de Turquía en la UE.

Un golpe militar en toda regla habría cerrado el paso de Turquía hacia Europa. Por eso EE UU lanzó una advertencia a los generales de Ankara: Echar a Erbakan, pero sin tanques.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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