Sangre, sudor y...
Útil al sistema. Podía parecer algo impensable que jugadores llenos de talento creativo pudieran ser adiestrados en funciones para las que no estaban especialmente adaptados ni concienciados antes de la llegada de Capello. Añadir otras cualidades menos vistosas, pero prácticas, al ingenio de Mijatovic, Suker, Redondo o Raúl ha sido muy útil al sistema, pero no a la fantasía que semejantes jugadores hubieran podido desarrollar con mucha más continuidad de no haber sufrido la férrea disciplina táctica.Fortaleza. Al comienzo de la temporada, Capello afirmaba que había varios equipos superiores al suyo, ni él mismo confiaba en que fuera tan cómoda desde sus inicios, sin contar los sobresaltos de última hora. Para paliar su inseguridad reclamó los servicios de un portero con estatura, estatura que a la postre no pudo evitar un buen número de goles en balones aéreos. Otra cuestión que tardó en corregirse fue los continuos despistes de Roberto Carlos. Al brasileño le costó asimilar cuándo era el momento de adelantarse para provocar el fuera de juego y, sobre todo, por dónde debía hacerlo. Otra consideración inesperada fue la endeblez defensiva de Secretario, que provocó la alineación de Chendo como respuesto circunstancial hasta la llegada del fiel Panucci.
El guión. En el centro del campo ha sobrado trabajo y ha faltado repertorio imaginativo. Ideales para llevar a cabo los preceptos tácticos planeados, tanto Sanchis, como Redondo y Seedorf más habituales, son jugadores que tienen tendencia a retener el balón en exceso en la zona en la que es imprescindible que esté el menor tiempo posible. Entre enviar un pase en el momento preciso o no hacerlo, se produce una sutil diferencia: jugar bien o hacerlo de manera excepcional. La velocidad mental y física de Raúl con sus regates perpendiculares hacia la portería contrariaha sido lo más efectivo. Consideracione sudorosas aparte, la capacidad de generar fútbol de calidad ha sido nula y eso que Roberto Carlos ofreció siempre soluciones. Víctor y Amavisca han estado obsesionados por no salirse del guión.
La solución. Antes la dificultades para llevar la iniciativa del juego en la mayoría de los partidos, los puntas se han visto obligados a retrasar su posición, para no perder de vista al resto de sus compañeros. Este requisito indispensable para mantener el orden, exigió un esfuerzo añadido a sus labores ordinarias, o sea, la de hacer goles. El que sí ha hecho horas extraordinarias en abundancia ha sido Raúl. Ansioso por superarse a sí mismo ha conseguido hasta la fecha un gol más que el año pasado y dar varias vueltas más a su cuentakilómetros particular. Suker, a pesar de ser el máximo goleador, ha sido el más sacrificado para la causa. El que no ha alcanzado una cifra acorde con su poder realizador ha sido Mijatovic, sin embargo ha generado un peligro constante. La contundencia de estos tres hombres ha sido la solución de un equipo incapaz de entusiasmar.
Imprescindible. Sin duda, una de las piezas más valiosas de todo el engranaje ha sido Hierro. Capello sacrificó su llegada a la portería rival por sus grandes dotes para la contención. Domina todas la facetas de un defensor. Asistido por un gran poder físico, nadie que ha saltado con él le ha llevado un balón de cabeza. Su velocidad, producto de una amplia zancada, le permite dominar un gran radio de acción. Posee una gran destreza en el uno contra uno y cuando tiene el balón lo administra con sentido en corto y en largo. La potencia de su disparo es equiparable a su fortaleza mental, lo cual le ha mantenido en unos niveles de regularidad altísimos. Es un ganador. Para Capello, imprescindible.
Sangre, sudor y lágrimas. Quizá los tiempos futbolísticos que corren demanden los argumentos que ha utilizado el Madrid para llegar a la meta el primero. Cuando dispone de los medios necesarios se puede optar por dos caminos diametralmente opuestos: uno el del sometimiento y el otro, el de la libertad. Lo cierto es que ambos sirven, aunque sólo uno deja buenos recuerdos. Tras la resaca, muchos ni se acordarán de cómo jugó, a otros ni siquiera les importó y a algunos pocos, a los que no nos preocupa demasiado el resultado, hubiéramos agradecido un poco de placer para guardar en la memoria. Con todo, las necesidades urgentes de títulos, en una temporada alejado de Europa, puede servir de atenuante, por lo demás, me niego a aceptar que esto es lo que nos espera en el futuro. Sangre, sudor y para algunos, lágrimas. Muy respetable, pero poco atractivo.
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