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¿Qué ha pasado en IU?

Para los amantes de las soluciones políticas administrativas, lo ocurrido en IU parece fácil: una minoría díscola erosiona con sus explicaciones la credibilidad del líder y esto debe sancionarse; para tranquilizar a la militancia se sugiere su calidad de submarinos de otra fuerza política. Así se construye un histórico y tradicional episodio de autoritarismo partidario. Las cosas, empero, no suelen ser así; ni la reconstrucción de la autoridad del jefe ni la maledicencia explican casi nada.Lo que ha pasado en IU es que se ha refundado la lógíca de influencia política que se pretendía. Originalmente, la intención no era otra que articular un espacio político autónomo, integrado por culturas diversas de izquierda, explícitas o sumergidas, para determinar cambios en las políticas del PSOE y reconstruir una alternativa de progreso. Por el contrario, tras el bienio negro de Rejón en Andalucía y la complicidad con el modelo cultural y comunicacional del PP, la orientación de IU no es otra que intervenir en la política de la mano de la derecha política.

El episodio del fútbol en que IU sirvió de bálsamo a una derrota política de la derecha, lanzada al intervencionismo político como forma de proveerse de clientela económica y comunicacional, ha situado a IU en el paroxismo de esta refundación y de su influencia. Pisotear la cabeza de Polanco, al parecer la de Felipe, bien vale un cambio de naturaleza política de proyecto.

Éste es el fondo del asunto frente al que se rebela una buena parte de IU; no sólo Nueva Izquierda. Por mucho parasol que el jefe busque a sus encuentros con el PP y su enfrentamiento incomprensible con la izquierda social, con los sindicatos, la militancia de IU que desde Arganda a Burgos combate con la política del PP difícilmente entenderá que, como corolario de la nueva complicidad con la derecha, se permita la aprobación de los Presupuestos del PP en Málaga o Córdoba. Las sanciones contra Nueva Izquierda no son sino avisos a potenciales disidencias.

Las consecuencias son evidentes y dramáticas para todo el espacio político a la izquierda del PSOE. En primer lugar, se renuncia a presionar un cambio en las políticas y las actitudes socialistas que preparan un congreso para capitalizar todo el espacio de oposición y con la convicción -seguro muy exagerada- de que podrá ganar al PP sin bajarse del tranvía. En segundo término, como ocurriera en Andalucía, un cambio de propuesta política de este tenor desestructurará la tendencia electoral a la izquierda del PSOE.

Esto debería tener arreglo. La recuperación no punitiva del pluralismo en IU, una V Asamblea de debate político, con moratoria orgánica que aparca ajustes de cuentas del jefe, y la desaparición del miedo escénico y político instaurado por el sector más duro de IU sería suficiente para que aparecieran nuevas voces. La propia mayoría tiene la responsabilidad de ofertar a la afiliación una orientación política, un marco de convivencia y un equipo de dirección que restaurara los impulsos fundacionales.

El espíritu fundacional desaparece si se mantiene esta orientación política. Unos seguirán en política buscando, como se pretendió en la fundación, la renovación y la convergencia de la izquierda; otros desaparecerán. Como le dijo Labordeta a Teodorakis en un debate televisivo sobre aquella catarsis griega y con la concreción de los baturros: antes que con la derecha, en casa.

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Juan B. Berga es coordinador de Nueva Izquierda.

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