"Con la crispación y los excesos verbales perdemos todos "
Está sentado en el sillón más neutral del Parlamento, viendo los. toros desde la barrera como presidente de las Cortes. Iba para ministro de Justicia, pero Federico Trillo, de 45 años, no cambia ahora su lugar por nada. Asegura que su experiencia institucional le ha proporcionado una perspectiva más amplia sobre la vida política porque ha podido comprobar que "dentro de cada voz hay siempre razones". Advierte que surgirán en el Parlamento alianzas y pactos nuevos cada día, mayorías alternativas del Gobierno, sin duda sorprendentes. Niega haber sido seducido por Felipe González y asegura que ha podido experimentar que es más grato ser árbitro que adversario. Pregunta. ¿Cómo se ve el panorama, la tensión política, desde allá arriba, desde la presidencia de las Cortes? Respuesta. Le sorprenderá que le diga que el panorama se ve bastante más sosegado y más tranquilo que lo que diariamente se refleja como "ambiente de crispación". Salvo en el debate de la ley del fútbol, faltaría a la verdad si dijera que percibo esa tensión. Lamentablemente, en estas últimas semanas sí se ha manifestado en algunos excesos verbales en el pleno, pero justamente al debatirse cuestiones relacionadas con problemas mediáticos. Guste o no guste, lo cierto es que éste ha sido el asunto que ha desencadenado las tensiones, y por eso espero que, una vez superados los trámites que le restan, las aguas vuelvan a su cauce. P. Es fácil de comprender su esfuerzo por desdramatizar. R. Yo creo que aquí hay para todos... Y no sería sincero si no dijera que los medios de comunicación y los medios empresariales que los articulan se encuentran en una batalla legítima por ocupar posiciones de mercado, de futuro, en todo lo relativo a la ordenación de lo que se ha dado en llamar el mercado digital. Y que, al tiempo, los grupos políticos han tomado posiciones respecto de esa ordenación. Efectivamente, esa batalla es una batalla dura que ha llevado a afirmaciones y posicionamientos quizá desmesurados. Pero pienso que eso no responde al verdadero ambiente de la Cámara, y, sobre todo, de la calle. Tampoco creo que se hayan inventado la crispación ni los políticos ni los medios de comunicación; simplemente, están librando una batalla, durísima, que está llegando a su fin. P. Pero el enfrentamiento entre el PP y el PSOE no se reduce a la ley del fútbol... Es cotidiano. R. Yo creo, sinceramente, que cuando la tensión y la crispación política era real, por ejemplo al final de la legislatura pasa da, esa tensión se percibía en la calle y en los pasillos del Congreso. Cuando era general; que yo no digo que no sea real ahora, digo que no es general esa crispación... Y en esta ocasión yo no he visto ese ambiente, no le he visto en la tensión diaria de la Mesa, de la Junta de Portavoces, entre los parlamentarios, sinceramente, no lo he visto... El Financial Times coincidía con quienes vemos así las cosas al afirmar recientemente que en el panorama político hay una especie de niebla que centra toda la atención porque es lo que se ve de manera más inmediata, pero que, siendo real, no es, sin embargo, lo único existente. Y es natural que los medios de comunicación y los grupos políticos estén ahí, en esa tensión. Pero hay muchas otras realidades en este país que no están tan tensas. Es una confrontación, por otra parte, inevitable en la dialéctica del Gobierno y la oposición, pero que no desbordará unos cauces razonables; eso no debería producirse en ningún caso, porque no sería bueno para nadie.P. ¿Cómo ve la guerra de los pactos y contra pactos? ¿Cree usted que un ciudadano observador de la política puede asimilar tanta esquizofrenia?R. Hay que prepararse para que a partir de ahora cada semana se tengan que negociar los acuerdos necesarios para sacar adelante las resoluciones de la Cámara, los proyectos de ley en el Congreso... Eso tiene de positivo que el Congreso vuelve a ser el foro de debate político nacional y de la negociación. Eso le da al Parlamento una viveza especial que, sin embargo, puede producir tensiones inevitables, esa percepción de esquizofrenia estratégica a la que usted se refiere. Pero incluso en los debates más complicados, en los que se han formado mayorías alternativas, como sucedió en la regulación de as parejas de hecho, no encontré en ningún momento una tensión más allá de lo normal. Lo cual quiere decir que pueden existir mayorías alternativas en el futuro pero que no, necesariamente, van a producir crispación. P. ¿No se va a producir una situación política impredecible, incontrolable, si el partido del Gobierno continúa cambiando de alianzas y obligando a sus socios catalanes a hacer lo propio? R. Que la composición de la Cámara permite mayorías alternativas es un hecho que ya ha comenzado a producir situaciones complejas. Pero, vamos a ver, ¿eso afecta a la gobernabilidad? Yo creo que no. Porque la mayoría de gobierno se estableció sobre unos pactos escritos, publicitados luego en el debate de investidura, que dan al Gobierno un amplio mandato en el tiempo, pero sin perjuicio de que no todo esté incluido en esos pactos y que, por tanto, aquello que no está dentro de los pactos es susceptible de discrepancia y de formación de nuevas mayorías, que es lo que está ocurriendo. Sería preocupante que esas mayorías alternativas pudieran afectar a la gobernabilidad si no fuera porque el señor Pujol, como principal responsable de¡ principal grupo que forma con el PP la mayoría de gobierno, no hubiera dicho que él aguanta.... que mantiene su apoyo al Gobierno hasta mayo del año próximo; es decir, que habrá apoyo de CiU hasta que cuaje lo que es principal objetivo nacional, no sólo para el Gobierno, sino también para el PSOE, que es colocar a España en la Europa de primera. Y no hay que olvidar que Pujol ha clarificado ese compromiso saltándose voluntariamente por primera vez el trámite de la aprobación del Presupuesto, lo que da al Gobierno, a la gobernabilidad, un margen realmente importante. P. ¿Qué es lo que ha determinado al presidente del Gobierno a abandonar aquel catalanismo militante, que le llevó incluso a afirmar que hablaba catalán en privado, para rehabilitar al defenestrado Vidal-Quadras como asesor personal?R. Yo creo que el pacto de Gobierno, de investidura, de mantenimiento del Gobierno, no ha estado basado en el catalanismo de Aznar, ni en el catalanismo de hoy o de mañana o de ayer del Partido Popular, sino en el encuentro de dos formaciones políticas de centro derecha que, después de muchísimos años de desencuentro, logran poner en común ciertos objetivos. El hecho cierto de que haya discrepancias fuertes en temas como el de la ley del fútbol, o las parejas de hecho es algo a lo que tenemos que irnos acostumbrando, porque esto no es un Gobierno de coalición. Yo no creo que Vidal-Quadras se haya convertido en un asesor personal de Aznar. Yo creo que Vidal-Quadras era el líder del Partido Popular en Cataluña; la dirección del partido entendió que debía dejar de
"Los medios de comunicación libran una batalla legitima por el mercado digital. Y los grupos políticos han tomado posiciones"
serlo y, ahora, se le ha recuperado para unas tareas de pilotaje de una Fundación Cultural y de Estudios, papel que, por cierto, siempre he creído que era el más adecuado para él. Yo mismo tiré de él cuando estaba de secretario general adjunto del PP como responsable de Estudios y Programas en Cataluña, y creo que sus capacidades intelectuales nunca han estado en duda. P. Algunos dirigentes del PP están convencidos de que "a Vidal-Quadras se le ha cortado la cabeza pero se le han dejado sus ideas", con las que aconsejan ahora un distanciamiento estratégico de CiU. ¿Tiene que ver todo esto con la encuesta de enero, en la que se reflejaba el descontento de electorado por la alianza con Pujol? R. Bueno, bueno ... Eso es una verdadera maldad ... Yo no creo que el Gobierno se esté moviendo a golpe de encuestas. Sinceramente. Lo que pasa es que la presencia del PP en Cataluña ha sido siempre una cuestión complicada. Pero lo que no era admisible es que quien lideraba el partido en Cataluña fuese el mayor cuestionador, el principal hostigador de la figura de quien es el mayor aliado del Gobierno. Pero de ahí a pensar que ahora estamos en guerra con el señor Pujol yo creo que hay un abismo. Yo no tengo noción ni conciencia de que exista una guerra entre el PP y CiU, ni aquí ni allí... Otra cosa es que haya habido desacuerdos en los temas que no están pactados y que, probablemente, los seguirá habiendo. A eso repito que debemos acostumbrarnos. P. Pero ¿usted puede entender que a CIU no le acabe de gustar, sino que más bien le irrite, el maridaje entre PP e IU? R. Es que yo no creo que haya un maridaje entre el PP e Izquierda Unida. Lo que creo es que el Gobierno, que no tiene mayoría absoluta, tiene que sacar adelante aquellos proyectos que no están dentro de los pactos de la gobernabilidad con sus principales coligados, con la fuerza que coincida con él en su posicionamiento ante la Cámara. Pero de ahí a que exista un maridaje con Izquierda Unida me parece que hay un gran trecho. Yo creo que con Izquierda Unida no se coincide precisamente en los grandes objetivos del Gobierno; el señor Anguita está harto, por ejemplo, de recordar que éI no coincide en el objetivo de Maastricht, pero ése es el principal objetivo del Gobierno, y de sus coligados, y del principal partido de la oposición. El señor Anguita sigue manteniendo una posición mucho más radical que la que el Gobierno ha mostrado en relación a las responsabilidades políticas del pasado... Es decir, en temas muy sustanciales, la distancia entre el PP e Izquierda Unida sigue siendo muy importante. P. Los socialistas aseguran, sin embargo, que les une un objetivo básico y compartido: acabar con Felipe González... R. Bueno, eso..., yo creo que el propio González no suscribiría eso ... El Gobierno ha dado muestras de hacer verdad la afirmación que hizo Aznar en la campaña electoral de pasar la página de las responsabilidades políticas, en consonancia con lo que debe ser un sistema de alternancia democrática. Y, bueno, nadie puede negar que la decisión del 2 de agosto [rechazar la desclasificación de los papeles del Cesid] le costó al Gobierno unas cuantas plumas... Y, sin embargo, se afrontó, asumiendo el coste, el riesgo de tal decisión. P. Pero es ahí donde venía a colación el tema de la encuesta de enero, en la que se reflejaban las "plumas", los votos perdidos... Y eso explicaría la recuperación de la estrategia de enfrentamiento que tanto éxito le dio al PP en la oposición. R. Sin embargo, debe usted recordar que el Gobierno, cuando se conoció la sentencia del Supremo, que revocaba su decisión, dijo que volvería a actuar como lo había hecho el 2 de agosto... Porque insisto en que la doctrina de la pasada de página no hace más que apoyarse en lo que dijeron las urnas, cuando 9.300.000 españoles apoyaron a Felipe González. Eso es algo que está ahí y que nadie puede negar. P. Tampoco se puede negar que el espantajo de los GAL ha vuelto a agitarse en la durísima polémica entre el vicepresidente Álvarez Cascos y Felipe González. En su opinión, ¿quién pierde más, cuando se produce una confrontación de ese calibre, el Gobierno o la oposición? R. Creo que en los excesos verbales, con la crispación, sin que yo califique cuáles sean, perdemos todos... Y yo así me he esforzado en hacerlo ver durante los meses y las semanas pasadas. Y vuelvo a intentarlo. Porque aún le queda algún hilo a la cometa, y yo les volvería a emplazar al sosiego y a la moderación en las expresiones. No creo que nadie gane con la crispación, nadie. No creo que nadie gane, sobre todo cuando la crispación es algo que no siente la ciudadanía. Y eso nos distancia a los políticos de los ciudadanos. Sinceramente, lo creo así. P. ¿Usted es de los que piensan que González ha perdido los papeles? ¿Qué consejo le daría? R. Yo no debo darle consejos en público al líder de la oposición... Si se los doy, y alguno le he dado en este sentido, se los doy en privado. Pero sí haría una reflexión añadida: cuando la oposición del PSOE ha sido una oposición ejemplarmente responsable (no digo que ahora no sea responsable), en el momento de la transmisión de poderes y de afianzamiento de la alternancia, durante los seis primeros meses de esa legislatura, que era el momento más difícil, con un resultado electoral tan próximo y con una salida de investidura tan difícil, les fue electoralmente más rentable. Al menos, eso es lo que dicen las encuestas... P. Usted fue uno de los arietes más duros de la oposición que hizo el PP en la legislatura anterior y que les llevó a ganar las elecciones. ¿Volvería a hacer lo mismo? R. Yo creo que todavía no hay una perspectiva suficiente para valorar hasta qué punto la oposición dura que practicamos fue el elemento, o no, decisivo para la victoria electoral del Partido Popular. Pero, en cualquier caso, la situación de ahora y la de entonces no son semejantes. Es posible que, meses después de todo aquello, se pueda ver, yo lo admito, que hay puntos de tensión que no deben alcanzarse nunca. En cualquier caso, cuando me imputaron que yo había sido uno de los protagonistas de la dureza, comprendí que el deber de ellos, de los socialistas, era señalarlo y el mío el asumirlo; porque para mí no era una descalificación que se me reconociera que yo había sido eficaz. P. Luego, desde esa atalaya institucional que es la presidencia de las Cortes, llegaría a descubrir, e incluso a denunciar, los excesos de los jueces estrella. Y eso le costaría algún disgusto... R. A mí me pareció entonces, y me sigue pareciendo ahora, que fue oportuna la reflexión que hice sobre la democracia y los problemas de la justicia en nuestro país, haciéndola coincidir, precisamente, con el Día de la Constitución. Y le sorprenderá si le aseguro que lo que dije entonces, que lo sigo pensando ahora, por supuesto, lo había dicho ya muchas veces. Dije, y mantengo, que el poder judicial tenía que redefinirse, repensarse, porque había adquirido una preponderancia derivada de su reconocimiento en la Constitución, pero a través de leyes antiguas, necesitadas de una renovación... Se me criticó entonces muy duramente, pero hoy me satisface comprobar cómo la mayoría de los problemas que yo denuncié se han recogido en el Libro Blanco que está elaborando el Consejo General del Poder Judicial. Por lo demás, sigo pensando que la confusión de las funciones de los jueces, que se ven inmersos en situaciones que desbordan su competencia para mezclarse con cuestiones de responsabilidad política, crea problemas graves. Y por lo que respecta a los Jueces estrella, pues, ¡qué quiere que le diga! El tiempo sólo ha venido a darme la razón: es mejor que los jueces hablen, siempre, sólo a través de sentencias y de autos, sin más consideraciones ni protagonismos de otra índole.P. La "guerra de las comisiones de investigación" ha sido calificada por algunos de los grupos no implicados como la "guerra de los disparates", del "y tú más". ¿Quién se ha equivocado más, el Gobierno o la oposición?R. Es lícito que cada grupo político instrumente la dialéctica que considere más conveniente para la defensa de sus posiciones. Pero en un sistema de alternancia lo mejor es dar por saldadas las responsabilidades políticas ante la máxima instancia que ha de enjuiciarlas: el cuerpo electoral. Por tanto, yo pienso que no es bueno mirar hacia atrás... Lo digo por todos y para todos.P. Y si la guerra ésta no cesa, ¿qué pasaría si se empeñaran los partidos en retroceder en el tiempo, en poner patas arriba todo, hasta la transición?R. Yo lucharía con todas mis competencias arbitrales y de persuasión para que eso no sucediera nunca, en ningún caso. P. Parece como si al vicepresidente Álvarez Cascos le tocara hacer de malo de la película. R. Álvarez Cascos está intentando sacar adelante un proyecto que está respaldado por todo el Gobierno. No sería justo atribuirle a él la paternidad individual de una actuación política que todo el Gobierno respalda. P. Usted, que iba para ministro de Justicia, quizá se alegre ahora de haberse quedado sólo en presidente de las Cortes, a la vista del problemático panorama de ese ministerio, ¿no? R. Je, je, no tenga la menor duda. Cada día me reafirmo más en que no cabe nada, absoluta mente nada, para un político, por lo menos para mí, más satisfactorio que ejercer de presidente del Congreso. P. "El PP sólo piensa en el calendario judicial de González porque lo que desean es que acabe en la cárcel", dicen los socia listas. "Todo lo que hace González es porque intenta no acabar en prisión", dicen desde el PP. ¿Dónde hay más verdad? R.Por fortuna, yo no he escuchado ninguna de estas afirmaciones. Pero yo siempre he pensado lo mismo: las responsabilidades políticas del señor González quedaron resueltas, quedaron dilucidadas por los españoles el pasado 3 de marzo de 1996. Las responsabilidades judiciales corresponden exclusivamente a los tribunales, pero mi impresión personal es que nunca es bueno para España, nunca será bueno que un presidente del Gobierno, y máxime quien ha ejercido durante 13 años con mayorías sucesivas democráticas y legitimadas por el pueblo español, tenga problemas de esa naturaleza. P. ¿Cree que González tendrá que enfrentarse a ese tipo de pro blemas?R. Yo ni lo espero ni lo deseo. Y ésta ya es mucho más que una opinión... P. En alguno de los encuentros que ha tenido con González ¿él le ha transmitido su preocupación por el llamado "calendario judicial" del PSOE, por su propia situación? R. No, no, yo no hablo con el señor González de ese tipo de asuntos. Pero, desde luego, no trasluce ninguna preocupación por esas cuestiones... Yo le he encontrado mucho más distendido de lo que algunos quieren reflejar, y preocupado siempre por ayudar en los temas de Estado, sobre todo los de proyección internacional... P. Se asegura que González le ha seducido... ¿Es eso cierto? R. Soy consciente de que detrás de eso que usted me insinúa hay, sin duda, alguna mala intención de algunas personas que... Pero para que tengan claro que no me afectan para nada ese tipo de infundios, y reconociendo que ha habido pocos encuentros, voy a convocar próximamente a González a un almuerzo. Creo que es muy natural que, al igual que he propiciado encuentros con el presidente del Gobierno y otras altas magistraturas, yo mantenga esos contactos con González, con tanta mayor razón al ser el líder de la segunda fuerza política más votada. P. Cuando su experiencia institucional concluya, ¿volverá a las trincheras del PP? R. Lo único que tengo claro sobre mi futuro es que me gustaría renovar mi escaño como diputado. Y, a partir de ahí, los electores y mi partido dirán.
"Tenemos que irnos acostumbrando a que haya discrepancias fuertes con CiU Esto no es un Gobierno de coalición""Las responsabilidades políticas de González quedaron resueltas por los españoles en las elecciones del 3 de marzo"
"Ni espero ni deseo que González tenga que enfrentarse a los tribunales""No sería justo atribuir al vicepresidente Álvarez Cascos la paternidad individual de una actuación política que todo el Gobierno respalda"
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