Una república parlamentaria

El poder político francés ha cambiado de color, pero también de lugar. La formación de un Gobierno de izquierda, recién legitimado por las urnas, y la postración en que se ha sumido a sí mismo el presidente Jacques Chirac por su fallido golpe de mano electoral, han variado sustancialmente el centro de gravedad institucional. Con un Gobierno favorable al presidente, el poder era puramente ejecutivo y se establecía sobre el eje Elíseo-Matignon, es decir, entre la jefatura del Estado y el jefe de Gobierno. Ahora el eje queda instalado entre Matignon y el Palais Bourbon, sede de la Asamblea Nacional. Como en las anteriores cohabitaciones, la V República gaullista deja de ser presidencialista y se convierte en un régimen típicamente parlamentario.Esta vez, sin embargo, la alteración en el peso de las instituciones podría ser definitiva y marcar un cambio constitucional. La rapidez con que se produce la alternancia en el Gobierno, la aparición de un tercer bloque (el Frente Nacional), que acaba con el tradicional bipartidismo de facto entre el bloque de derechas y el de izquierdas (imprescindibles para crear las coaliciones presidenciales), y el desgaste de una función presidencial diseñada expresamente para un hombre, Charles de Gaulle, y para una época, la guerra fría, empujan a cambiar los usos de la V República.