¿Ha sido ella?
A la excelentísima señora ministra doña Esperanza AguIrre le atribuyen tantos lapsus e ignorancias como chistes le tatuaron a Fernando Morán sus enemigos de fuera y dentro del PSOE. Duele la campaña de desprestigio que envuelve, que ya casi anega, a doña Esperanza, y a la vista de la conferencia pronunciada por la dama en el club Siglo XXI, hay que defenderla de su propio redactor de conferencias. Dijo Confucio: "Dios me libre de mis conferencias, que yo ya me cuido de las conferencias ajenas". El aserto de la ministra sostiene que sólo el pensamiento liberal español es válido y que el de izquierdas conduce al gulag y a la hegemonía de la intelectualidad roja conseguida mediante la antañona conjura marxista-judeo-masónica-homosexual. Sin duda, tal discurso no cabe atribuirlo a la ministra, sino a la clásica bobería ilustrada profunda, macartista y resentida que atribuye sus insuperables e intransferibles poquedades intelectuales a la otredad roja. Sartre dixit: el infierno son los otros. A poco que se paladee el comistrajo atribuido a doña Esperanza se descubre que la apología del liberalismo esconde el código lingüístico de los libros de Formación del Espíritu Nacional y el de los editoriales radiofónicos de don Pedro Go, más la línea poscruzada mágica Playtex de la Universidad de Navarra y del brain trust compresa extraplana de Valladolid V Asamblea.Cuidado, doña Esperanza. Sus discursos no se la merecen. Léalos antes de responsabilizarse del contenido. Vigile, porque tiene a su peor enemigo cerca, y quién sabe si hasta en nómina. No vaya a consolidarla como triministra de Educación, Cultura y Desconciertos de Aranjuez esa quintacolumna de neoliberales duros que vampiriza el liberalismo y abre otra vez las puertas al gulag celtibérico, a la colada con sangre y azulete y a la insoportable levedad del saber.
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