La izquierda corea en París: "¡Chirac, dimisión!"

Miles de militantes socialistas se lanzaron anoche a las calles de París para festejar ruidosamente una victoria electoral cuyo alcance sorprendió a sus propios dirigentes. Horas antes, al cierre de los colegios, a las 20.00, un grito multitudinario de júbilo atronó en la Casa de América Latina, en el bulevar de Saint Germain-des-Prés, cuando se supo que los socialistas habían ganado.Rodeados de una multitud radiante de alegría, los dirigentes socialistas se echaron las manos a la cabeza sin ocultar su sorpresa. "Es increíble, la mayoría absoluta nos permitirá gobernar con las manos libres, sin necesidad de depender del Partido Comunista", comentaban.

Corrieron las bebidas y las tapas y sobre la base de su propio triunfo los militantes socialistas se dispusieron a festejar la derrota de algunos de sus más caracterizados adversarios. Una noche pródiga en este tipo de acontecimientos. Los rumores, luego no confirmados, sobre que el alcalde de París, Jean Tiberi, había perdido su escaño, fueron saludados como un triunfo propio de los socialistas. Gritos de "Tiberi ha sido derrotado" y de "¡Chirac, dimisión!" y abucheos a la aparición de Jean-Marie Le Pen en la televisión, se sucedieron a lo largo de la noche entre canciones, bailes, abrazos, besos y lágrimas por la victoria. Sonaban los tambores y ondeaban las banderas rojas al viento.

El Partido Socialista no celebró la fiesta en la Bastilla, como es habitual, para no dar a su triunfo un aire de revancha, atendiendo a las dificultades por las que atraviesa el país. "El triunfo nos permitirá hacer las cosas a nuestro modo. Lo prioritario es el empleo, crear 350.000 puestos de trabajo en dos años. Eso es lo principal, no podemos defraudar a la gente porque si fracasamos les pondremos en la autopista al Frente Nacional. Tenemos que tomar decisiones inmediatamente, que se vea que la llegada de los socialistas al poder traerá el cambio".

La noche no estaba para más análisis. Era el momento de celebrar la victoria. En las filas contrarias, las de la derecha, cundía la desolación.