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TENIS: TORNEO DE ROLAND GARROS

Galo Blanco encuentra su camino

El tenista asturiano, que llegó a París sin grandes expectativas, puede colarse hoy en cuartos de final

Es posible que ni siquiera se sienta preparado, pero el tenis español puso en sus manos una gran responsabilidad tras la jornada de ayer. Galo Blanco es el recién llegado, el último en meterse de lleno en la generación de la ilusión. Y el único de ella que la mantiene en París tras las prematuras derrotas de Albert Costa y Álex Corretja.A sus 20 años, Blanco era uno de los últimos en la lista de los candidatos españoles a alcanzar la segunda semana del torneo parisino. Sin embargo, hoy, lunes, sólo quedan él, Sergi Bruguera y Arantxa Sánchez. Y de los tres es quien tiene un cuadro más asequible hasta las semifinales. Si hoy supera al checo Petr Korda, 30 mundial y un verdadero hueso, buscará su plaza para las semifinales frente a Woodforde o Rafter.

"Roland Garros siempre es un sueño para cualquier jugador", confiesa este asturiano, que llegó a París sin grandes expectativas, pero que con tres victorias ha cambiado su mentalidad.

Cuando comenzó este Roland Garros, el segundo de su vida y su cuarto Grand Slam -nunca había superado la primera ronda- sus expectativas no eran excesivas. Pero salvó el primer partido frente al surafricano Neville Godwin (95º) y después eliminó en tres mangas al sueco Magnus Gustafsson (38º). "Hace dos semanas no le hubiera ganado", confiesa.

Galo Blanco empezó a jugar a los cinco años en el Centro Asturiano de Oviedo y su padre -radiólogo y monitor de tenis- fue su primer entrenador. A los 12 años llegó a Barcelona de la mano de Lluís Corretja -padre de Álex- y comenzó a entrenar en la escuela de la Federación Catalana de Tenis. A los 17, entró en el grupo que la Federación Española tiene en el CAR de Sant Cugat. Y allí estuvo con Carles Moyà, Jacobo Díaz y Fernando Vicente, entrenando con Avendaño, Mico Margets y José Perlas.

"A los 18 me quedé muy colgado cuando concluyó mi etapa en el CAR", comenta Blanco. "Moyà firmó un contrato con Nike antes de salir y eso le permitió fichar a Perlas y seguir en el circuito sin problemas. Pero yo me encontré sin dinero y sin entrenador".

Encontró su solución gracias al apoyo del técnico Javier Duarte y de sus jugadores Berasategui y Burillo, que le tendieron la mano. "Su ayuda fue inestimable", reconoce Galo. "No tenía ni un duro y era el 170º del mundo, pero podía entrenar cada día. Se me abrió el cielo". Cuando a finales del año pasado Álex Corretja se unió al grupo, Blanco tuvo que abandonarlo. Pero lo peor ya había pasado. En 1996 ganó unos 25 millones de pesetas en premios y se ganó plaza para entrar en la mayoría de cuadros.

"Eso me pemitió coger a un entrenador y ver las cosas de distinta forma", reconoce. Su futuro en París dependerá en gran parte de lo que hoy logre frente a Petr Korda. Pero su objetivo lo tiene casi realizado.

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