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LA PARTIDA DEL ASTRO BRASILEÑO

"Ronalgol", personaje intransferible

El brasileño ha patentado su magia para lograr dianas inverosímiles

Robert Álvarez

Es individualista hasta el extremo de que hay quien le ha calificado de egoísta y también es capaz de desaparecer en el fragor de un partido trascendental. Pero no hay reproches que puedan oscurecer la magia de sus goles. Los reparos que se le pueden poner no mancharían un expediente que, por el momento, sólo resiste comparación con el de los más grandes: Pelé, Di Stefano, Cruyff, Maradona... Ronaldo es Ronalgol, como se le bautizó tan sólo aterrizar en el Camp Nou.El sello personal de Ronaldo es la forma en que es capaz de fabricar un gol. Lo patentó en el eslalon con el que hizo historia en el campo del Compostela, o con el último regalo de su legado en el Camp Nou ante el Deportivo. Es la velocidad, la finta, el alarde de facultades físicas, el disparo, la magia, todo en uno. Un tipo de gol que, por más estudios biomecánicos que se efectúen, topa con una ley no escrita que proclama el propio jugador en el libro Ronaldo, O Rei del 2000: "Confieso que es imposible reproducir una situación preparada de antemano. Cuando tengo el balón en los pies no tengo tiempo de pensar en nada ni recordar muchas veces las instrucciones del técnico. Es el instinto quien me manda. Puede más el corazón que la cabeza".

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El largo y adiós

Bobby Robson considera que el secreto de la progresión de Ronaldo estriba en encontrar una fórmula adecuada para que el juego del equipo y el individualismo de la estrella se potencien mutuamente. "Ronaldo mejorará y todo vendrá de forma natural. Pero debe seguir con sus acciones individuales porque no hay nadie en el mundo que pueda hacer lo que él hace. Es cierto que necesita aprender algunas cosas, como saber elegir la mejor opción en cada jugada y combinar con sus compañeros. Pero la gente no debería olvidar que, cuando tiene el balón, siempre se le echan uno o dos contrarios encima y sus posibilidades de jugar son pocas".

La prensa internacional no le regatea elogios, pero tampoco ha ido indulgente con sus actuaciones más grises. Después del parido de ida de la Recopa ante el Fiorentina, en los diarios italianos podía leerse: "De Ronaldo, ninguna noticia: una poquedad impresionante, una falta de iniciativa clamorosa, un estatismo de delantero centro de los años cincuenta, una actitud acomplejada casi irritante". Pese al triunfo en la final de la Recopa y que fue conseguido después de que forzara un penalti que él mismo transformó, el diario Libération se preguntaba en un titular: "¿Dónde estaba Ronaldo?" El delantero brasileño es consciente de que en algunos partidos quedó muy solo y sin posibilidad de recibir balones en la puna del ataque, y por eso reclamó ue Robson alineara a dos compañeros que le asisten a perfección, Guardiola e Iván de la Peña.

Mario Lobo Zagalo, seleccionador de Brasil ofrece su versión sobre una estrella que ha estado a sus órdenes casi tanto como a las de Robson: "Es el jugador de la nueva era. Lo tiene todo, técnica, velocidad, fuerza física. Es una perla, pero tiene sólo 21 años. Lo sabe hacer todo, pero debe ganar experiencia. Con más cabeza sería mejor jugador, pero hay que dirigirle bien".

Su inexperienia, efectivamente, ha dejado huella en arios episodios vividos en Barcelona, tanto en el cam0, como en el vestuario, como fuera e ellos. Muchos técnicos le reprochan que no sepa o o quiera sacar partido de las faltas y penaltis de los que es objeto. Jamás ha optado por la solución más socorrida para la mayoría de los jugadores: la simulación y la queja. Otro ejemplo de su candidez lo propició Stoichkov cuando le informó mal sobre el horario de un entrenamiento. El se fió del búlgaro y, además de quedar en evidencia, tuvo que pagar la multa por haber llegado con retraso. Fuera del campo, es bien conocido su escaso sentido solidario con el grupo azulgrana: prefirió acudir a un concierto de Caetano Veloso antes que a la cena de despedida como jugador del Barça de José Mari Bakero y, después de la dolorosa derrota ante el Español en uno de los momentos más críticos de la temporada, no tuvo ningún pudor en acudir disfrazado al sambódromo de Río de Janeiro.

Pero por encima de todo, Ronaldo ha dejado huella en el Camp Nou por su categoría y por sus goles. Ausente en los tres últimos partidos, no va a poder luchar por el récord goleador absoluto de la Liga, que comparten Zarra y Hugo Sánchez con 38 tantos, cuatro más de los que suma Ronaldo, pero ha batido el récord goleador de la historia del Barcelona, que ostentaba Mariano Martín con 32 tantos en la temporada 1942-1943, y el pasado mes de enero fue coronado por la FIFA como el mejor jugador del mundo. Indiscutible.

Puede más el corazón que la cabeza"

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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