Las dos caras de la confianza

Todo fue previsible ayer en el torneo de Roland Garros. Nada anormal sucedió si exceptuamos la derrota del español Carles Moyá, noveno jugador mundial, frente a su compatriota Albert Portas, 68º. E incluso eso no puede ser calificado. de sorpresa a tenor de los últimos resultados del mallorquín. Corretja ganó un difícil partido ante el alemán Jens Knippschild, pero como cabía esperar Pato Clavet perdió frente a Pete Sampras, Joan Albert Viloca ante Medvedev y Salvador Navarro, contra Jan Siemerink. Por lo demás, ningún otro cabeza de serie fue eliminado. España colocó a cinco jugadores en la tercera ronda: Corretja, Portas, Conchita, Virginia Ruano y María Luisa Serna.Sin embargo, fue una jornada clarificadora, que situó en su justo sitio a algunos componentes de la última generación del tenis español. La de ayer fue, fundamentalmente, una cuestión de confianza, del fuerza mental. Y en ese aspecto, Alex Corretja resolvió de forma eficaz una batalla interna que pudo llevarle a la derrota. Moyá, en cambio, se mostró mucho más débil que Albert Portas y fue incapaz de meterse dentro de la pista y sacar de ella al barcelonés. Jugó a un nivel superior incluso al de sus últimos torneos, y mantuvo su competitividad hasta el último punto. Pero llegó a París con dudas y acabó pagando la cuota de atención que le ha exigido la fama desde que fue finalista en el Open de Australia.

"Este partido lo hubiera perdido seguro sólo seis meses atrás", confesó Corretja, de 23 años, tras imponerse a Knippschild, 113 mundial. "Tenía una sensación rara. Y el primer juego fue patético. Estaba de un vago total: vi que me hacía una dejada pero no me apetecía correr, y he acabado con una doble falta. Antes hubiera buscado excusas para justificar la derrota. Pero hoy he seguido luchando y le he puesto coraje".