Jomeini presidente

El presidente Alí Hachemí Rafsanyani cumplió ayer con el rito de cada campana electoral al acudir a depositar su voto a la pequeña huseiniya desde donde el fallecido ayatolá Jomeini lanzaba sus sermones, en el barrio de Yamarán, al norte de Teherán. Allí estaban aún la silla baja en la que solía sentarse el inspirador de la Revolución Islámica muerto en 1989 y el micrófono junto al que tantas veces fue retratado.A la pregunta de si esperaba que estas elecciones supusieran un giro, Rafsanyani tan sólo respondió: "Espero que pronto vean a un presidente, nuevo, activo y capaz". Junto a él acudieron a votar su mujer, Efat Marashi, y una de sus hijas, Fátima, que trabaja en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Ambas, cubiertas de negro, se mantuvieron en un discreto segundo plano y aprovecharon para depositar sus papeletas mientras los periodistas intentaban sacar algunas palabras al presidente.

Hora y media antes, quien sucediera a Jomeini como guía supremo de la revolución, Alí Hamenei había votado en una mezquita cercana a Beit Rahbari, la sede de sus oficinas, en el centro de la capital iraní. "Para mí, nadie será como Rafsanyani, pero para el país espero que sí porque conviene para su desarrollo", manifestó Hamenei, quien mantiene conocidas discrepancias con el presidente saliente.