El ruedo de las letras
En el mes de mayo, los toreros vienen a la plaza de Las Ventas dispuestos a triunfar en la Feria de San Isidro. En el mismo mes, y en la misma plaza -debajo del tendido 9, en la, bien equipada Aula Taurina Cultural-, se presentan los autores de libros de toros, que también sueñan con el éxito. Uno de los más recientes ha sido el periodista Diego Lechuga, autor de San Isidro: 50 ferias 50 (Alianza Editorial). A juzgar por lo que hemos leído, es una faena redonda. El tomo presenta una historia detallada de la feria y de sus gestores desde que fue inventada por Livinio Stuyck en 1947 -constaba de tan sólo cinco festejos- has ta las últimas ediciones. con sus 30 tardes. Aparte de contar los entrebastidores de la gestión empresarial, Lechuga evoca tardes memorables: Dominguín se proclama número uno, Miguelín se tira de espontáneo durante una faena de El Cordobés, Curro Romero es detenido por negarse a matar un toro (en dos tardes), Antoñete templa la dulce embestida del famoso toro blanco, Victorino sale de la plaza a hombros... Pero si bien es un placer recordar tantas tardes emocionantes, este lector se dio cuenta de una cosa desagradable: se está haciendo viejo.También hay una amplia sección de Curiosidades, anécdotas y hechos insólitos. ¿Sabía el lector que Antonio Ordóñez fue anunciado en seis de las 14 corridas de la feria de 1962?
¿0 que en una misma tarde el ganadero Alonso Moreno vio cómo uno de sus toros fue condenado a banderillas negras y a otro le dieron la vuelta al ruedo? "No se sabe si tenían igual reata o ralea", comenta Lechuga, para luego citar a El Gallo: "De toros no saben ni las vacas".Igual que el matador quiere ir bien arropado en un cartel de calidad, en toda presentación de un libro taurino se busca la asistencia de representantes del planeta de los toros.
Esta ocasión se vio honrada con la presencia de la ganadera salmantina María Lourdes Martín -lidió sus reses el pasado día 13-, que de niña asistió a la primera Feria de San Isidro y no se ha perdido ninguna edición posterior.
Siempre se sienta en una barrera del 8 y toma apuntes detallados sobre la lidia, de modo que habrá visto durante este medio siglo de ferias la muerte de 5.205 reses y la concesión de 887 orejas y un rabo.
El rabo, naturalmente, fue el polémico trofeo concedido aquel fatídico 22 de mayo de 1972 a Palomo Linares, que también estuvo presente en el acto, donde dio una simpática pero interesada versión de los hechos, que no pensamos contestar aquí.
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