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El Betis no supo rematar a su rival

El Sevilla remonta dos goles en los minutos de descuento ante el equipo de Serra Ferrer

Un partido trepidante terminó como el rosario de la aurora. El Sevilla remontó en un minuto dos goles de ventaja y se mete con cuentagotas en la Liga. Una prórroga de infarto. El Betis no supo rematar a su rival tras una segunda parte en la que recuperó lo mejor de su juego con la receta de Helenio Herrera. Treinta y nueve puntos de diferencia. El Sevilla necesitaría pasarse más de tres meses ganando un partido tras otro para alcanzar a su eterno rival. Pero esa distancia es nimia, insignificante, en citas como la de anoche. Otra vez la ciudad de la gracia esparcida en dos mitades, esa dualidad que acabó con Cernuda en el exilio, el poeta que ha vuelto en los papeles de su legado. La realidad verdiblanca y el deseo sevillista.Estadística puntual de lo que podría ser el último derbi en un par de años. La primera falta se la hace Roberto Ríos a José Mari. El primer balón lo envía fuera el danés Rytter. El primer córner lo saca Jarni y el primer balón con peligro lo conjura Ramis por delante de Alfonso. Y el primer gol, ni tiempo para respirar, Robert Jarni desde un ángulo imposible. Quinto gol del croata.

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La tensión se masca más en la grada que en el campo. Para los locales es un partido más. Para los visitantes puede ser un partido menos. Jarni está a punto de marcar con la misma pierna, la zurda mágica, desde el lado contrario. Con jugadores como él empieza a evidenciarse la diferencia de Puntos. Finidi aprovechó el centro del croata, pero no fue gol de milagro.

El Sevilla asimila enseguida el varapalo. No les queda otro remedio. Llevan el psicólogo incorporado. Conoce unos minutos de tímido dominio contra los que el Betis no tiene demasiado que objetar. Su contraataque, con Jarni y Finidi, es mortal de necesidad. Otro zurdazo de Jarni y a punto está de marcar Pier.

El dominio sevillista contó con una alianza inesperada. Josete falla en defensa, José Mari demuestra que pase lo que pase en su equipo es futbolista de Primera, entra solo ante Prats y Roberto Ríos pone el colofón a unos minutos de desconcierto que se traducen en penalti y expulsión del de Portugalete. Las fuerzas se equilibran. El Betis tiene 39 puntos más y un hombre menos. Y Prosinecki se despoja de maleficios y marca el penalti igualando el gol de Jarni. Empate a croatas. Hay partido.

Prats despeja como puede un disparo de falta de Tsartas y José Mar¡ está a punto de aumentar la ventaja visitante. Sorpresa relativa. El pez grande se come al chico, pero se ahoga en la pecera. El Sevilla es el dueño y señor del partido. Hibic recorre todo el campo superando a cuantos le salen al paso. Marcos hace lucirse a Prats en un disparo de escalofrío. Los papeles están cambiados. El Sevilla no quiere morir y en su empeño recurre a futbolistas que le resucitaron tras lesiones o laberintos burocráticos, como Oulida, Hibic o el mismo Tsartas, que no contaba para Camacho por criterios tácticos -el valedor de Aranalde- ni para Bilardo por razones idiomáticas.

Tras unos minutos de ensueño, la segunda parte devuelve al Sevilla a la cruda realidad. Otra vez Jarni, con veleidades de verdugo, asesta al Sevilla un duro golpe. Vuelta a empezar para los de Julián Rubio. Finidi está a punto de sentenciar con un disparo seco generado en una espléndida jugada de Cañas, reconvertido en delantero por ausencia de Pier. Rubio tira la casa por la ventana. Deja prácticamente a su equipo sin centrales, ¿de qué vale guardar lo que se ha perdido?, y da entrada a Onésimo por Hibic y a Salva por Ramis. José Mari ya tiene compañía. El equipo que rozó el Pichichi con Polster y con Zamorano recupera la leyenda del killer para salvarse o al menos morir matando.

El Betis de la segunda parte se puso el mono de trabajo. El de la primera había sido el equipo ramplón que dejó escapar puntos consecutivos con Racing, Zaragoza y Compostela. Tras el descanso, nadie parecía acordarse de la inferioridad numérica. Con la expulsión de Ríos, la grada se convertía en el número 11 y también jugaba.

El Sevilla empieza a desdibujarse, a situarse en su lugar de la tabla. El partido entra en unos minutos frenéticos. A la ocasión de Cañas le sigue otra de Tsartas. La lucha entra en unos tintes épicos. Uno roza la gloria; el otro, la catátrofe. Pero hay un poso de igualdad antropológica en todo Betis-Sevilla. El gol de Cañas parecía sentenciar el partido, pero el Sevilla remontó en el tiempo de descuento con dos goles en un minuto. Cuarto empate consecutivo del Betis ante su gente. Un hilo de esperanza para el Sevilla. Tiempo de rezar. Y euforia para los biris, que llegaron al estadio con protección policial. Aunque no se sabía si era Mobuto que huía o Kabila que llegaba.

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