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FÚTBOL 36ª JORNADA DE LIGA

El Madrid gana con la misma película

La afición se mantuvo prudente y el equipo aprovechó los goles de Suker y el poderío de Roberto Carlos

Santiago Segurola

Este partido mil veces visto en Chamartín acabó con el resultado de siempre: el Madrid cobró un gol en su portería, paso por momentos de incertidumbre, marcó al final del primer tiempo y luego tumbó al rival con la medicina de. costumbre. El rival fue el Sporting, que dejó en Madrid la misma huella. difusa que casi todos sus predecesores. Un equipo que se sostuvo mientras le duró la gasolina del gol. Luego se descosió ante el combativo espíritu del Madrid, que tiene la virtud de intimidar a sus adversarios cuando las cosas se ponen espinosas. En estas condiciones son presa fácil del Madrid, que juega mal, que desaprovecha talento, pero que no perdona. Una vez más puso toda la atención en el partido y acabó por ganarlo. Le bastó con la presencia de Sulcer para rebañar dos goles y con el despliegue de Roberto Carlos en la segunda parte. Despliegue en todos los sentidos, incluida su poderosa pegada. Con un tiro libre desastacó el encuentro y entregó la victoria al Madrid.Fuera de las emociones del juego, la tarde tenía un alto contenido político. Después de una azarosa semana, se personaron todos los protagonistas de la singular crisis madridista. La gente, que no está para motines, actuó con pragmatismo. Se reservó el veredicto para otros días más tranquilos, cuando la Liga esté en el bolsillo y no se produzca un riesgo de división. La gente pitó a Capello pero sin extridencias, en un acto teatral por ambas partes. El entrenador se levantó y salió del banquillo en el minuto cinco, con el ánimo de tantear el ambiente. O eso pareció. Volvió a salir con rapidez del cubículo, comprobó que había bajado el nivel de decibelios y allí se olvidó todo. Cada uno a lo suyo: la gente al partido y Capello a dirigir las operaciones, con una vena militarista y el viejo histrionismo italiano. O sea, el general Patton en la piel de Alberto Sordi.

Lo único novedoso del encuentro fue otra decisión de carácter político, interesante para los capelólogos que tanto abundan en es tos tiempos. En lugar de Suker Capello mandó a la ducha a Mijatovic, para sorpresa del público de los jugadores. Pero Suker habla marcado el primer gol y tampoco parecía el día más adecuado para crear un plebiscito en el estadio. Los aficionados reaccionaron con cierta destemplanza y criticaron la sustitución de Mijatovic, que había sido el mejor jugador del Madrid en el primer tiempo. Pero se mantuvo el acuerdo de tácito de proteger al equipo y la cosa no pasó a mayores.

Lo más curioso es que Suker había jugado mal hasta entonces. Y más tarde también. El asunto de los goles es independiente de su actuación. Suker es un jugador con gol, juegue bien o mal. Tampoco funcionó Raúl, que pareció fatigado, como si el partido frente a Yugoslavia le hubiera puesto un lastre en las piernas y en las ideas. En cambio, a Roberto Carlos no le afectan los encuentros internacionales ni los vuelos transoceánicos. En la segunda parte fue la misma maquinilla de siempre, incontenible para los defensores del Sporting, que no estaban para detener a un tipo tan exuberante.

La entrada en escena de Roberto Carlos fue una suerte para el Madrid, que en la primera parte quedó preso del protagonismo de Panucci. El juego se remitió al monotema de otra ocasiones: a falta de ideas picantes, la pelota acaba en el costado derecho, donde Panucci queda libre por decisión de los rivales, que saben del tema. Saben que Panucci se quitará la pelota de encima con un centro desde el lateral. Es un recurso simplón que no genera polémica en la grada, ni en su equipo, ni en la defensa adversaria. No pasa nada y el partido sigue.

Lo más potable pasó por Mijatovic, que participó en tres de las cuatro ocasiones de su equipo en el primer tiempo: un remate al palo, un mano a mano con Ablanedo que salvó el portero y un tiro con la derecha que detuvo el guardameta del Sporting. En el otro lado, el Sporting dependía con exclusividad de la clase de Lediakov y Tomás y de la velocidad de. Tcheryshev, que marcó el primer gol en un error de Alkorta. El partido estaba donde tantas otras veces. El Madrid por detrás y con necesidad de remontar frente a un adversario que aguantaría mientras estuviese con ventaja.

El gol de Suker tuvo un efecto devastador sobre el Sporting, que reveló una gran carencia de ánimo. Excepto Tcheryshev, que no estaba al tanto de la flojera de sus compañeros y comprometió un par de veces a la defensa madridista, el Sporting bajó los brazos en el segundo tiempo. Y además cometió errores de atención. En el gol de Roberto Carlos -un estupendo tiro libre-, sólo se colocaron tres hombres en la barrera, cuando el sentido común pedía a cuatro. Y más si se trata de Roberto Carlos.

Desde ahí el partido derivó hacia un monólogo del Madrid. Sin goyerias, pero con una superioridad muy apreciable. Y para confirmar el estado de las cosas, Suker anotó el tercero en otro error defensivo. El público se tomó el gol como, el momento para distendirse, porque el juego del Madrid no permite demasiadas alegrías a la gente. Así que el último cuarto de hora discurrió entre algún olé y la convicción general de que no hay manera de quitar el campeonato al Madrid. Todo eso después de ver la misma película de toda la temporada.

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