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CAMBIO POLÍTICO EN EL REINO UNIDO

La dimisión de John Major abre la batalla por la sucesión en el maltrecho Partido Conservador

"Cuando baja el telón es el momento de abandonar el escenario". El ex primer ministro británico John Major usó ayer esta frase teatral para despedirse del país y del partidoras sufrir la más severa derrota electoral que os conservadores han afrontado este siglo. Consciente del estado precario en que se encuentran los tories en estos momentos, Major se comprometió a permanecer en su puesto durante "un razonablemente breve interregno". Sin embargo, apenas hecha la oferta, Kenneth Clarke, su ex ministro de Economía, se postuló como posible sucesor al cargo de líder conservador.

El Partido Conservador británico, una de las maquinarias más perfectas de ganar elecciones que se ha visto en Europa, vive momentos dramáticos. La severidad de la derrota sufrida -siete miembros del Gabinete presidido hasta ayer por Major han perdido sus escaños parlamentarios- silenció a los rebeldes tories. Las principales figuras del partido reconocían humildemente que la falta de unidad ha sido el enemigo principal de los conservadores en estas terribles elecciones y que es hora de reflexionar en silencio sobre lo ocurrido.La ex primera ministra Margaret Thatcher apareció sonriente en la puerta de la sede de la fundación que lleva su nombre en Londres para dar ánimos a los derrotados. "Reconstruiremos el partido para el futuro, colmo ya lo hicimos después de la derrota de l974", dijo la baronesa, para añadir con un deje de orgullo: "Lo siento por los que han perdido, es una experiencia que nunca tuve".

Nadie duda, sin embargo, de que superado el primer momento de consternación y una vez pronunciadas las frases más civilizadas para la galería, no tardarán en aparecer los primeros síntomas de la guerra fratricida que puede estallar en cualquier momento.

El pistoletazo de salida en la inminente batalla por la sucesión de Major lo disparó su lugarteniente en el difunto Gabinete tory, Kenneth Clarke. "Siento mucho que John haya dimitido", dijo Clarke, para anunciar a renglón seguido que está dispuesto a ocupar el sillón vacante y todavía caliente de su antiguo jefe. Lo malo es que el equilibrio de fuerzas en el partido tras el desastre electoral parece haberse inclinado un poco más hacia el lado euroescéptico, como lo demuestra la nueva composición del menguado grupo parlamentario conservador, integrado por 165 diputados, de los que a finales de este mes o primeros de junio saldrá el nuevo líder. Al menos 92 de ellos son recalcitrantes antieuropeos, y los euroescépticos detestan a Clarke, al que consideran responsable de la derrota sufrida, por no haber permitido a Major descartar desde el principio de la campaña la posibilidad, siquiera remota, de que el Reino Unido adopte el euro.

Otro de los pesos pesados del partido que se espera presente su candidatura a la sucesión de Major es Michael Heseltine, un veterano de la defenestración de Thatcher, de 64 años de edad y profundamente detestado también por la derecha del partido, que perdió el jueves su principal baluarte, el ex ministro de Defensa Michael Portillo, superado por el candidato laborista en la circunscripción de Enfield a las afueras de Londres.

La derecha tiene, por supuesto, otras alternativas. Ahí están todavía los ex ministros del Interior y Gales, Michael Howard y John Redwood. Éste último ya en 1995 intentó infructuosamente desplazar a Major, para defender la línea radical que excluye la participación del Reino Unido en la unión monetaria europea. Las especulaciones apuntaban ayer a que otros dos ex ministros, el de Sanidad, Stephen Dorrell, y el de Seguridad Social, Peter Lilley, se preparan ya para la dura batalla. Lilley, un miembro de la derecha tory, había optado por apoyar la candidatura de Michael Portillo, pero la pérdida de escaño del ex ministro de Defensa, que le ha dejado fuera de combate en este contencioso, le ha obligado a cambiar de idea y, posiblemente, postularse.

La última incógnita es la que plantea el también ex ministro para Gales William Hague, de 36 años, y una de las escasas jóvenes promesas del partido conservador. "No tengo nada decidido aún, hay mucho sobre lo que reflexionar", contestó a los periodistas que le urgían una respuesta sobre si secundará o no a Clarke en la batalla por el liderazgo. En todo caso, y ya sin responsabilidades de Gobierno, el tema de Europa perderá virulencia en el partido conservador, porque la decisión de la moneda única está en manos de Tony Blair.

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