Crece el victimismo yugoslavo
Yugoslavia insiste en regalar el cartel de favorito a España y en reivindicar como buen resultado un empate el miércoles. Su entrenador, Slobonan Santrac, se armó ayer, en una rueda de prensa concedida sólo para periodistas yugoslavos, de nuevos elementos para preparar el victimismo. Esta vez, el preparador se agarró a la mayor experiencia española en las competiciones de altura, una concesión que atribuye al bloqueo sufrido por su país en los últimos años: "No estamos acostumbrados a los grandes partidos. España es la cuarta del mundo, y nosotros, la 46ª. Ellos son los favoritos, no lo duden".
Y, sobre todo, apoyó su pesimismo en la contundencia de las estadísticas. Santrac se refirió a una en concreto que dice pesa como una losa sobre el ánimo de su equipo: Yugoslavia no ha ganado jamás en casa a España y lo que es peor, ni siquiera ha sido capaz de marcarla un gol. La historia de las visitas de España a Yugoslavia, dos a Belgrado (1970 y 1977) y una a Zagreb (1973), se componen de dos 0-2 y un 0-1.Más síntomas derrotistas. Santrac, ante sus paisanos, confesó su preocupación por la repercusión de las bajas. Sin Jokanovic, Jugovic y Nadj, sancionados, el técnico nota resquebrajado su centro del campo. Y augura que el equilibrio del equipo puede perderse. Decidida la opción del defensa Govedarika como parche en la medular, Santrac avanzó la casi segura la presencia junto a él del espanyolista Brnovic, tampoco estará Bobic, lesionado, que fue suplido ayer por Petrovic (PSV Eindhoven).
Sea o no por la suma de preocupaciones, de las que no se fía en absoluto Clemente, por cierto, el caso es que la concentración yugoslava rebosa tensión por los cuatro costados. Refugiados en una fortaleza del siglo XVIII, en Novisad, una localidad situada a 100 kilómetros de Belgrado, los yugoslavos se muestran huidizos y distantes con la prensa española. Ya no se trata sólo de los entrenamientos a puerta cerrada, práctica cada vez más habitual en el fútbol profesional, ni de los laberintos trazados para dificultar el acceso a los jugadores y técnicos. Ayer, con aparente firmeza, la plantilla se autoimpuso la ley del silencio, aunque sólo hacia la prensa española. "Ya no se habla", fue el tajante mensaje que ni los españoles de la convocatoria (Djukic, Vidakovic, Mijatovic y Brnovie) se atreven a incumplir. "Llevamos 10 días hablando", explicó el deportivista, "ya no más". "No nos dejan", añadió Vidakovic.
Sólo la generosidad de algunos periodistas locales permitió conocer algunos detalles del sentir actual de Santrac y su gente. Así, por ejemplo, se averiguó que los yugoslavos esperan encontrarse con un planteamiento conservador de Clemente y con una alineación de corte más bien físico, que temen los contraataques enemigos y su poderío a balón parado, y que las reuniones que celebran periódicamente los técnicos de la selección no acaban de encontrar una fórmula fiable para superar los problemas propios, los mencionados del centro del campo resquebrajado, ni los que genera España.
Yugoslavia no se ha cansado de pedir pasión y entusiasmo a los seguidores de la selección, que agotaron las localidades del Pequeño Maracaná (53.000 asientos) sólo dos días después de ponerse a la venta.
Por lo que se respira en la calle, el aliento está garantizado. Con una excepcion: antes del partido cuando suene el viejo himno yugoslavo, el público, que no lo asume como propio, silbará ruidosamente. Es una costumbre inquebrantable, dicen en Belgrado.
El aperitivo lo tendrán hoy con las selecciones sub 21 de ambos conjuntos, en partido clasificatorio para la Eurocopa (17.00 horas, La 2).
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