El nucleopolio
Es cierto que el proceso de privatización va a generar efectos económicos y sociales beneficiosos a corto plazo, como la reducción del déficit público; pero lo verdaderamente significativo en un horizonte más dilatado es que mejore la gestión, eficiencia y rentabilidad de estas empresas y que el fenómeno se extienda al sistema económico en su conjunto. Para que esto ocurra, lo relevante no es tanto el cambio de propiedad como la transferencia de control. ¿Quién y cómo va a ejercer el control de estos grandes e influyentes grupos empresariales?El control de esas empresas se ejerce o ejercía por el Estado en régimen de monopolio; éste se transformará -cuando culmine el proceso de venta- en algo parecido a un oligopolio, cuyos participantes son grandes instituciones financieras que se han agrupado de forma más o menos explícita en núcleos de control. A este nuevo modelo de organización del mercado de control lo denominaremos nucleopolio.
El interés por constituir nucleopolios anida, por el momento, en los grandes bancos y cajas, y las fuerzas que alientan su demanda (cuya pujanza se muestra por el hecho de que la inversión en núcleos duros de los cuatro principales grupos bancarios más La Caixa ronda los 1,5 billones de pesetas) son el nuevo escenario de inflación y los tipos de interés bajos a largo plazo y la consiguiente necesidad- de buscar inversiones alternativas de mayor rentabilidad; el reciente cambio de normas contables y fiscales (que reducen la participación accionarial necesaria para consolidar por puesta en equivalencia y eliminar la doble imposición de dividendos a un 3% y un 5%, respectivamente) y el deseo de fidelizar a unos clientes que pueden resultar críticos para las cuentas de resultados de los nucleoparticipantes.
El nucleopolio se configura así como el nuevo modelo de participación de la banca en la industria: un modelo que conduce a una presencia concentrada en menos y más grandes empresas; a una progresiva sustitución de la participación de naturaleza industrial por la de carácter financiero, y a una preferencia por el núcleo de influencia frente a la responsabilidad de control.
Desde que empresario-gestor y propietario dejaran de ser una misma persona, el control de las empresas pasó a tener un valor, un precio y, en consecuencia, un mercado. En este mercado, los empresarios compiten entre sí por el control de las empresas y pagan por él un precio (la prima de control) que esperan recuperar con una gestión mejor o con las sinergias supuestamente derivadas de juntar con el suyo el negocio adquirido. Ahora bien, en el caso que nos ocupa nadie ha pagado una prima por el control. Aunque el nucleopolio puede cumplir determinadas funciones sociales, como garantizar la estabilidad a largo plazo de la estrategia de las empresas, mantener su carácter nacional y supervisar la gestión del equipo directivo, el hecho de no haber adquirido el control le sitúa en una posición de estricta igualdad con el resto de los accionistas.
Hay dos formas complementarias y no excluyentes de que la gestión no se aparte de esta dirección. La primera es que exista competencia por el control de las empresas. La segunda, es que el interés general de los accionistas prevalezca o no se supedite al particular de los nucleoparticipantes.
Esto requerirá que el nucleopolio se ajuste, al menos, a las siguientes condiciones:
- Que el número de nucleoparticipantes no sea reducido, con objeto de evitar que se alcancen acuerdos que favorezcan los intereses de aquéllos, y no los de la compañía.
-Que el grado de relación entre las actividades de los nucleoparticipantes y de las de la compañía sea bajo, lo que limitará la capacidad de aquéllos de obtener ventajas en conflicto con los intereses.
-Que la estructura de gobierno de la empresa sea apropiada y permita una regulación eficiente de las relaciones con los nucleoparticipantes. Podemos considerar, en este sentido, que la capacidad de la estructura de gobierno será tanto mayor cuanto más independiente sea el equipo directivo del núcleo.
- Que existan otros accionistas significativos ajenos al núcleo en el capital de la compañía. Un nucleopolio de este tipo evitará repetir el fracaso en Francia. Su sistema de núcleos duros y participaciones cruzadas acabó aislando a las empresas de los cambios de estrategia y gestión que la competencia demandaba. Un error que la industria y el mercado de capitales han pagado con creces.
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