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Picasso en el Teatro Real

Cuatrocientos bailarines se presentan a las pruebas para la apertura del Teatro de la Ópera

Si se cumplen las previsones, Picasso estará presente en la inauguración del Teatro Real. Fue este genial artista el que diseñó el vestuario y la escenografía para El sombrero de tres picos que montó el bailarín Antonio Ruiz, más conocido como Antonio a secas. Esta misma versión de la obra de Falla es la que se verá en el escenario del Teatro Real en la tan hablada inauguración por deseo de Antonio Márquez, el bailarín seleccionado por el Patronato del Teatro Real para poner en danza el escenario del nuevo local de ópera.Márquez ha sido durante mucho tiempo primer bailarín del Ballet Nacional Español. Ahora tiene su propia compañía, pero para El sombrero de tres picos necesita más intérpretes. Por eso convocó la audición que se celebró ayer en el Conservatorio de Danza. Acudieron a su llamada nada menos que unos 400 bailarines, de los que sólo saldrán elegidos 26. La convocatoria ha sido un inmenso éxito, y eso que sólo es para la inauguración. Márquez no sabe si estará más tiempo en cartel ni si su compañía será la titular del teatro.

"A mí me han contratado para la inauguración", concretó ayer sentado delante de una mesa, desde donde observaba los movimientos de los aspirantes. Márquez buscaba bailarines de claro estilo clásico español. Y también se fijaba en el físico: mujeres agitanadas y guapas. "Normalmente cuando una persona baila bien tiene un físico bonito, las dos cosas van unidas", decía el bailarín. Pretende ser completamente fiel a la coreografía que hizo Antonio de El sombrero de tres picos, una pieza que Márquez conoce bien: la bailó en sus tiempos del Ballet Nacional dirígido por el propio Antonio, al que guarda un enorme respeto y admiración. Márquez, al que se compara con Antonio, piensa rodearse de personas que conozcan bien esta versión de la obra de Falla.

La convocatoria ha corrido boca a boca por vestuarios y locales de ensayo de la ciudad. Lo de que la esperanza es lo último que se pierde lo repitieron varios de los aspirantes que esperaban, castañuela en mano, su turno para la prueba: en grupos de 36 personas ejecutaban los pasos marcados por Eva Leyva, bailarina de la compañía de Márquez y además su mujer. "Contábamos con encontrarnos mucha gente, porque Márquez es un bailarín muy goloso y muy admirado", explicaron dos bailarinas, de 18 y 19 años, que hicieron novillos de sus estudios en Periodismo y Empresariales.

"Este paso va a contratiempo. Los brazos arriba", indicó Eva Leyva a un montón de bailarines: ellas, con moños bajos con el pelo muy tirante, los ojos pintados, faldas negras largas y vaporosas y grandes escotes, y todos con un pequeño dorsal amarillo con un número. Márquez dijo luego que quería ver repetido el ejercicio. Los bailarines obedecieron. Un giro, otro giro. Al final, en voz alta, fueron anunciados los números de los bailarines seleccionados. "Muchas gracias por todo", se despidió Márquez.

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