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CICLISMO

Bartoli frustra el sueno de la ONCE

El italiano se impone a Jalabert y Zülle en la Lieja-Bastoña-Lieja,

Finalmente ni Kübler, ni Ockers, ni Merckx, ni Argentin. Finalmente, Laurent Jalabert se queda en Laurent Jalabert. La ONCE, el equipo dominador del momento, se queda sin su perla más preciada. Italia, el país que sufría escarnio, recupera su orgullo. La Lieja-Bastoña-Lieja, la clásica más importante de la primavera dio una vuelta a la hoja. del ciclismo del momento. Abrió también la puerta a la esperanza de los débiles.Jalabert, el corredor que había dominado con una maestría insólita la Flecha Valona el miércoles pasado, no pudo cerrar el doblete ardenés imitando a los Kübler, Ockers, Merckx y Argentin que allí se ganaron parte de su mito. Los 62 kilómetros de más de la decana con relacción a la Flecha hicieron imposible que se repitiera la táctica: más que una carrera de fuerza sería una carrera de interpretación estratégica. La ONCE, un colectivo impresionante, dominó la carrera, la llevó al punto más favorable para sus intereses, pero no supo darle el remate. Mostró, así, una fisura en su interpretación del ciclismo: hay veces en que una carrera no la gana el más fuerte, sino el más listo. La ONCE, amante de los golpes espectaculares cuando todas las fuerzas están de su lado, no parece saber ganar en situaciones más sutiles.

Llegó un momento en que Zülle -rompió la carrera atacando en la cuesta de La Redoute, a 37 kilómetros de la meta- y Jalabert -le siguió poco después, marcando a Bartoli, que iba a por el suizo- pudieron pensar en una llegada estilo Lagos de Covadonga de la pasada Vuelta. El pelotón perseguidor quedaba rápidamente lejos y con ellos sólo viajaba Bartoli. Dos contra uno. Simplemente debían aislar al italiano. Para ello contaban a su favor con la fuerza. También podían apelar a la inteligencia táctica. Pero en una serie de movimientos confusos, los dos de la ONCE -el número uno y el dos del ciclismo mundial- lograron asar la manteca. Así, llegaba un repecho y atacaba Jalabert. Resultado, Bartoli se pegaba a su rueda y Zülle se quedaba. Luego, la viceversa, ataque de Zülle que parece hacer más daño a Jalabert que al propio Bartoli. El italiano, maestro. en los juegos de las escapadas, aconsejado también por el viejo zorro inventor del asunto, su director Giancarlo Ferretti, se encontró en su salsa. "Me dio la consigna de relanzar la marcha después de cada ataque de Zülle y Jalabert", explicó Bartoli.

Acercándose a la última subida, a Ans, Zülle y Jalabert hablaron. El suizo se ponía a marcar el ritmo porque el pelotón perseguidor se acercaba. Todo a una baza: Zülle se sacrifica para dejar a Jalabert jugarse un mano a mano con Bartoli. Fue firmar la rendición. Las piernas de dinamita que permitieron a Jalabert dejar plantado a Leblanc en el 120% de Huy en la Flecha eran ayer de algodón. La dinamita la llevaba Bartoli, que le dejó con facilidad en el 15% de desnivel, justo por debajo de la pancarta del último kilómetro.

El mismo día en que media Italia se preguntaba qué pasaba con, su ciclismo este año; al mismo tiempo en que el gran Argentin respondía que los controles de sangre les perjudicaban porque ellos eran respetuosos mientras los demás preferían arriesgar hasta el límite, el triunfo de Bartoli reconduce el debate hacia términos más sensatos. El corredor del MG, de 26 años, es el ciclista de más clase del ciclismo italiano actual. Su triunfo en el Tour de Flandes del año pasado no fue una estrella fugaz como tantas victorias italianas del 96.

En la temporada del desconcierto, las cosas se aclaran: un corredor de gran clase gana una gran carrera. Y no es mala noticia.

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