El Barcelona sufre en el desempate

Si hubiera podido, el Barcelona hubiera clamado a quien correspondiera: ¡Aparta de mí este caliz! Unicaja le hizo exprimir al campeón hasta la última gota de sangre en el quinto y definitivo partido de los cuartos de final. El Barcelona vio el abismo muy cerca. Su mérito fue que acertó a mantener la compostura y sacó lo mejor de sí mismo en los compases finales. Lo mejor, pero no todo lo mejor. Porque el partido tuvo de todo: héroes y villanos, incluso personajes que interpretaron los dos papeles, acciones sublimes pero también fallos clamorosos. Fue un toma y daca en el que Unicaja no se cortó un pelo. Sólo hasta que la muñeca de Babkov empezó a temblar después de haber ametrallado a discreción la canasta del Barça y sólo hasta que los azulgrana tiraron del único hilo que les permitió intimidar a su rival, una defensa en zona, se abrió la grieta que decantó el partido.Unicaja no paró de sacar conejos de la chistera ante el asombro del Barcelona. Se fajó en los marcajes individuales, ejerció ocasionalmente una presión en toda la pista, echó mano del cojo Thomas -renqueante a causa de una lesión en una rodilla-, jugó transiciones rápidas cuando le convino y mantuvo una absouta superioridad en el tiro exterior.

El Barcelona sufrió de principio a final frente a un rival que sacó todo su arsenal. El partido fue muy abierto. Tan pronto se sucedían las oleadas de efectividad de uno como de otro con parciales de 8-0 que iban y venían en el marcador: de un 17-14 a un 17-22 y a un 25-22.

El Barcelona tuvo muchos problemas para dominar el rebote defensivo y sus tiradores tardaron en arrancar ante los excelentes movimientos defensivos de Unicaja. Babkov fue abriendo las heridas del Barcelona a base de triples, mientras que Djordjevic no cogió la onda hasta bien entrada la segunda parte. Unicaja llegó a dominar por ocho puntos, 54-62. Pero a partir de ese momento, y después de que Mustaf, Djordjevic y Rivas sumaran sus cuartas faltas, el Barcelona dispuso una zona defensiva contra la que Unicaja fue claudicando.

El Barcelona se redimió en, ataque gracias a Mustaf. El pívot estadounidense fue una máquina de anotar. Mientras, Babkov iba perdiendo fuelle y Thomas, que pese a su cojera había sido su mejor acompañante ofensivo, desapareció a causa de las faltas.

Unicaja hizo su canto del cisne a cuatro minutos y medio para el final, 80-79. A partir de ese momento sus tiradores lo fallaron todo ante una zona que les arredró.

El Barcelona, que en la segunda parte enmendó un tanto su escaso acierto en los tiros libres y en los triples, acabó resoplando tras la tempestad que por momentos se dibujó en el Palau Blaugrana. Unicaja perdió como era de presuponer pero de una forma insospechada, sacando lo mejor de sí mismo y no dando su brazo a torcer hasta que el Barcelona no le imitó.