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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Coche nuevo

ES SABIDO que los estímulos financieros para la compra de un bien de consumo producen un efecto que se conoce como "adelantamiento de la decisión de compra"; los consumidores que pensaban adquirir un coche en el momento de mejorar su situación económica o completar el ahorro necesario precipitan la compra para aprovechar la ventaja ofrecida. Pero en ningún caso aumentan el número de compradores ni acrecientan la cuota de mercado. Este efecto es el que pudo apreciarse en la aplicación de los dos planes Renove, aplicados por el Gobierno anterior para incentivar la adquisición de automóviles mediante recortes en el impuesto de matriculación; y es el que, como máximo, producirá el Plan Prever, que acaba de aprobar el Consejo de Ministros.Frente a los planes precedentes, el Prever muestra algunas desventajas. La primera es su carácter permanente. Si la bonificación de 80.000 pesetas por el achatarramiento de cada vehículo de más de 10 años no tiene caducidad, se convertirá probablemente en una simple rutina más incorporada a la expectativa de compra y venta de un vehículo. La segunda es que, de nuevo, estamos ante un subsidio indirecto a los fabricantes de automóviles, con cargo al Estado, para guiar las decisiones de consumo de los ciudadanos.

La rentabilidad atribuida al Plan Prever parece también excesiva. Según las cifras oficiales, provocará una demanda adicional de unos 100.000 automóviles nuevos al año. Sin embargo, las 80.000 pesetas de beneficio fiscal son sin duda inferiores a las que obtiene cualquier comprador en su concesionario por el coche usado cuando va a comprar uno nuevo. Si el aumento de la demanda anunciado por el Ejecutivo se cumple, será por las medidas adicionales que suelen adoptar las firmas automovilísticas para ampliar y mejorar las iniciativas fiscales y atraer al comprador. Desde este punto de vista, el Prever, como antes los Renove, parece más un estímulo a los programas de comercialización de las marcas que un incentivo directo a la compra. Los expertos atribuyen más éxito a la supresión del impuesto de matriculación de las motocicletas.

El objetivo del plan es razonable. El parque español de vehículos es antiguo -cinco millones de vehículos tienen más de diez años- y eso aumenta los riesgos potenciales en la carretera; pero su renovación no puede separarse en ningún caso de una reconsideración de la fiscalidad global que pesa sobre el automóvil y una política industrial que entienda de verdad cuáles son los verdaderos problemas del sector. Son más profundos y graves de lo que puede resolver un parche como el Plan Prever, como demuestra el caso reciente de Renault en Vilvoorde. Es esta visión global, para prevenir las dificultades inmediatas de la industria del automóvil en España y en Europa, la que debería manejar el Gobierno, en lugar de la aplicación de parches subvencionados por muy permanentes que sean.

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