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De visita en la Brunete

La cita con la base militar de El Goloso empieza a ser un rito de iniciació para los predidentes del Gobierno

El presidente del Gobierno, José María Aznar, visitó el miércoles durante más de cinco horas la Brigada de Infantería Guadarrama, con base en El Goloso (Madrid), una de las tres de la División Mecanizada Brunete número 1. En el encuentro de la Brunete, que a partir de 1999 tiene comprometida su integración en el Eurocuerpo con otras unidades francesas, alemanas y belgas empieza a ser un rito de iniciación para los presidentes.Recuérdese que el 8 de diciembre de 1982, apenas una semana después de su investidura Felipe González acudió también a El Goloso para presidir Ia celebración de la festividad de la Inmaculada, patrona del arma de Infantería, con misa de campaña incluida.

La visita de Aznar ha dejado una imagen gráfica indeleble en los diarios y muchos comentarios, dada la autoridad del presidente. En efecto, es sabido que, a tenor del artículo 97 de la Constitución, corresponde al Gobierno dirigir la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado. Bastaría un rápido vistazo al artículo 8º de la Ley Orgánica de Criterios Básicos de la Defensa Nacional y la Organización Militar para comprobar que compete al presidente, asistido por la Junta de Defensa-Nacional: la dirección de la guerra (si la hubiere), la definición de los grandes objetivos estratégicos, la aprobación de los planes que se derivan de esta definición, la distribución general de las fuerzas y las medidas destinadas a proveer las necesidades de los Ejércitos.

Al dar, cuenta de la visita, el diario gubernamental El Mundo, sólo menciona al ministro de Defensa, Eduardo Serra, para hacerle protagonista exclusivo de los recortes presupuestarios aplicados, a los Ejércitos, en especial respecto, al proyecto Coraza 2000, que preveía la adquisición de 400 carros de combate alemanes Leopard. Luego, se explaya afirmando que Aznar se lo pasó en grande. Que estuvo marchoso al pasar revista divertido en la torreta de un prototipo del blindado Pizarro, de la Empresa Nacional Santa Bárbara; solemne al declarar su extraordinario satisfacción por la labor de las Fuerzas armadas, y cómplice cuando el general de la Brunete le entregó una miniatura del ansiado Leopard. Además, firmó en el libro de honor y en el comedor porbño el rancho a base de cocido madrileño mejorado por la ocasión.

Las crónicas registran que Aznar fue recibido a su llegada por el ministro de Defensa y el Jefe:del Estado Mayor del Ejército, teniente General José Faura, y que en pie sobre un vehículo, todoterreno descubierto, pasó revista a la formación con unos efectivos de más de mil hombres mientras sonaba el himno nacional y se disparaban las 19 salvas de ordenanz. Algún observador que todas estas emociones, sobre todo las acústicas, serían más auténticas si a pesar de la ola de privatizaciones que nos invade se hubiera procedido a nacionalizar el himno, que desde 1956 figura inscrito en la Sociedad General de Autores a nombre de Bartolomé Pérez de las Casa y continúa devengando derechos cada vez qu se interpreta en favor de sus causahabientes, como puso de relieve un reportaje del informativo. Entre hoy y mañana emitido en noviembre de 1993.

Algunas informaciones periodísticas erraron al señalar que ésta era la primera visita de Aznar a la unidad del Ejército de Tierra. Un repaso a las hemerotecas antes de que se declaren materia reservada ofrece la prueba de lo contrario. Un despacho de Efe del 21 de febrero de 1995 da cuenta de la visita del presidente del PP, Azanar, a la base de la XXI Brigada Motorizada del Ejército de Tierra en Cerro Murriano (Córdoba), algunas de cuyas unidades habían participado en la agrupación Córdoba y en la agrupación Extremadura durante sus misiones como cascos azules destacados en la antigua Yigoslavia. La visita a Cerro Murriano formaba parte de un programa de encuentros del líder de la oposición con mandos y unidades de la Fuerzas armadas trazado por Julián García Vargas cuando era ministro de Defensa para darle a conocer sus necesidades y su trabajo. Envuelto en aquel ambiente castrense, el entonces líder de la oposición expresó su preocupación por la "falta de interés" en España hacia los asuntos de seguridad y defensa y señaló que un país que desatiende o descuida sus Fuerzas Armadas carecerá de un papel significante en la comunidad internacional.

Volvamos a la Brunete en primer lugar para reclamar que se proceda a su cambio de denominación, como ha hecho esta semana un colega en La Vanguardia. Carece de sentido que la primera unidad del Ejército de todos lleve él nombre que significa la derrota de muchos, Además, la historia militar del país tiene muchas efemérides donde todos estuvieron unidos y que para nada evocan humillación de ninguno. Enseguida se ha señalado también cuán inadecuado resulta que el presidente Aznar se embutiera el chaquetón de campaña mimetizado y se calzara la prenda de cabeza con la misma despreocupación de un quinto que quiere arrebatar a su novia. Alguien le jugó una mala pasada. Está claro que esas ropas eran indebidas porque le situaban tomo el último de la fila. Cualquiera de los generales, jefes, oficiales y suboficiales lucía las insignias propias de su graduación militar mientras que el chaquetón y la gorra del presidente le reducían a la condición de la clase de tropa.

Caso muy distinto es el del Rey, que suele vestir el uniforme de la unidad que Visita, pero Su Majestad encabeza todos los escalafones militares, y el Principe de Asturias, que también adopta esas indumentarias, se ha graduado también en las tres Academias de Tierra, de la Armada y del Aire.

Regresemos casi 15 años atrás, con los ecos aún recientes del 23-F el que habían tomado parte algunos mandos de la Brunete, que sólo consiguieron arrastrar una veintena de vehículos de Policía Militar hacia las puertas del Congreso. Así se comprenden mejor las imágenes del 8 de diciembre de 1982. El presidente González ha investido el día 1, acudía a la Brunete, cuyo general en jefe, Víctor Lago Román había sido asesinado por ETA el 14 de noviembre, apenas un mes antes, em ese interregno entre la victoria electoral del 28 de octubre y la investidura. Lorenzo Contreras escribía entonces en Informaciones que González había hecho lo que no pudo hacer Suárez y no había intentado Calvo Sotelo.

Aquellos oficiales educados en el más férreo franquismo habían optado ya por alistarse al Ejército de todos. Brunete bien vale una misa. Fue de campaña y costó un resfriado al ministro Narcís Serra del que sigue sin reponerse. Hubo algún desconcierto momentáneo por cuestiones de cortesía litçurgica, pero el erespeto fué máximo. González aclaró: "Quiero que sepan que, en el día de hoy, cuando empieza la andadura del nuevo Gobierno, el presidente sin nigún sectarismo, con la vista puesta en el bien de España, patria comín de todos los españoles, ejercerá la presidencia del Gobierno co la serenidad, con prudencia y con firmeza firmeza, y la ejercerá buscando el bien de apaña". Reconoció que podría incurrir en errores de actuación, pero que nunca habría más que la, recta intención, de buscar el bien de España, el bien de nuestra patria, de la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles.

El presidente Aznar llegaba a la Brunete, con otro clima. Si hubiera dicho lo mismo, se habría encontrado desambientado.

Tampoco es imaginable hace 17 años el presidente González componiendo la figura con chaqeétón de campaña y gorra cuartelera que nos ha deparado el presidente Aznar. Está claro que Aznar y González tienen de la indumentaria: y de la confraternización ideas para nada intercambiables. Pero, pese a la descristianización de España que Anson atribuye a los socialistas, González asistió a misa y Aznar tomó rancho.

Concluyamos recordando que cuestiones climatológicas llevaron poco después a González a referirse al Ejército como "columna vertebral del Estado", lo que fue impugnado por Rafael. Sánchez Ferlosio en su libro Campo de Marte, sobre el que volveremos.

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