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El síndrome de abstinencia

Ni las discrepancias razonables respecto al contenido del texto o la forma de presentarlo, ni las mezquinas conjeturas ("cree el ladrón que todos son de su condición", dice el refrán) acerca de las motivaciones de los firmantes agotan los comentarios posibles sobre el escrito de solidaridad con Jesús de Polanco, Juan Luis Cebrián y otros directivos del Grupo PRISA (soporte empresarial del diario EL PAIS y la Cadena SER y socio minoritario de CANAL +) por el acoso de trasfondo político al que se están viendo sometidos. El llamamiento también ha sido criticado como un intento de coartar la independencia del juez de la Audiencia Nacional que está instruyendo la querella presentada contra los consejeros de Sogecable en la estela de la feroz campaña de descrédito denunciada por los firmantes.Sin embargo, esa defensa anticipada del magistrado Javier Gómez de Liaño resulta tan superflua como la recomendación dada a un beduino para aprovisionarse de agua antes de internarse en el desierto. El propio interesado es ducho en prevenir peligros: así, recientemente pidió protección al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) por estimar que un comentario periodístico rememorativo de su historial profesional -incluida su etapa como vocal del CGPJ- podría ser "el preludio de una campaña contra los cimientos mismos" de su independencia. Sin embargo, los antecedentes judiciales de los magistrados son tan importantes como los antecedentes penales de los inculpados; la suspicacia de Javier Gómez de Liaño ante la aparición de cualquier nubecilla en el cielo claro y sereno donde Júpiter medita alejado del ruido humano no deja espacio al derecho a la libertad de expresión que la Constitución garantiza a todos los ciudadanos

Bastante más preocupante resulta otro tipo de amenazas a la independencia judicial: la obscena adulación periodística a los magistrados-estrella puede convertirles en rehenes de los publicistas que refuerzan con halagos los cimientos de su ego. Si la carencia de heroína produce el síndrome de abstinencia en los drogadictos y el síndrome de Estocolmo transmite a los secuestrados la fe de sus guardianes, cabe preguntarse por el grado de autonomía de un juez respecto a sus forofos en los medios. Entre los suministradores de elogios desmedidos al magistrado Javier Gómez de Liaño sobresale un pícaro del submundo de la política que ha trasladado su veneración por el sangriento tirano Macías al titular del Juzgado número 1 de la Audiencia Nacional; en su por tantos motivos recomendable Autobiografía sin retoques (Anagrama, 1996, p. 388), Jesús Pardo -ex redactor del diario Madrid- retrata fielmente a ese antiguo "factotum del dictador guineano cuyos instrumentos de despotismo perfiló y aguzó jurídicamente".

El propósito de los firmantes del escrito de solidaridad con los directivos de PRISA no ha sido atentar contra la independencia judicial, sino impedir la consumación de una infamia: el intento de hacinar a personas honorables en el mismo furgón donde viajan Conde, Ruiz-Mateos y De la Rosa. La desenvoltura con que los publicistas cercanos al PP afirman que la empresa Sogecable se apropió indebidamente de los 23.000 millones depositados por sus abonados como fianza de los descodificadores (una acusación penal cuya falta de fundamento legal es obvia para cualquier jurista competente) no pretende anticipar una sentencia condenatoria inimaginable, sino equiparar a gentes honradas con los banqueros de rapiña que han asolado el país: no es casual que entre los linchadores de Polanco acampados en la Radio de los Obispos y avituallados en los pesebres del Portal de Belén figuren antiguos o actuales panegiristas y asesores de Conde, Ruiz-Mateos o De la Rosa tan conocidos como el versátil Ramón Tamames.

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