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La Santa Sede elige a Castelbajac

El Papa llevará ropa del modista que viste a un famoso grupo de rockeros travestidos

La vida imita al arte. El propio papa Juan Pablo II se dispone a transformar las aluciciones del cineasta italiano Federico Fellini en Roma en un documental de anticipación. En efecto, para su próxima visita a Francia, prevista para el mes de agosto y con motivo de las Jornadas Mundiales de la juventud, el Papa y muchos de los participantes llevarán ropa creada especialmente para la ocasión por Jean Charles Castelbajac, el modista de los New York Dolls, un grupo de glamour-rock célebre por la indumentaria y el maquillaje extremado de sus componentes. Otro conocido rockero, Johnny Rotten, también ha pedido en ocasiones consejo al imaginativo Castelbajac para la elaboración de sus espectaculares trajes de escena.Si en Roma podíamos asistir a un impresionante desfile de moda para gente de iglesia, en París, Castelbajac quiere organizar "una coreografía de colores". El modista diseñará 5.501 trajes a partir de 25.000 metros de tela ofrecidos por la sociedad Chargeurs (Cargadores, en francés), y piensa hacerlos combinando las gamas de una paleta reducida, que quiere simbolizar los cinco continentes.Castelbajac evoca su "educación judeo-cristiana" para explicar su decisión de aceptar el encargo: "Me apasionan las ideas de grupo, de celebración y de multitud armoniosa".

El modista se ha ganado su fama dentro del mundillo de la moda por ser un pionero en las técnicas del reciclaje o de la utilización "desviada" de los materiales. Por ejemplo, son célebres sus trajes de esquí realizados en plástico transparente, o sus mantas transformadas en abrigo, o las bayetas metamorfoseadas en chaleco.

También se ha servido de cuadros de Miquel Barceló o Gérard Garouste para inspirarse en sus creaciones, que para esta temporada otoño-invierno "celebran como nunca la feminidad". Es exacto, al menos si nos guiamos por parámetros como los centímetros de tacón, reivindicados por Jean-Charles Castelbajac por primera vez después de 30 años de profesión.Pero la voluntad renovadora de la Santa Sede no se limita a poner al Papa en manos de un modista que redescubre el tacón-aguja, sino que va más allá. El último Premio Pulitzer, el llamado Nobel de los arquitectos, el también francés Christian de Portzamparc, será quien cree el espacio en el que ha de desarrollarse la espiritual danza de colores de la que habla el estilista.

De alguna manera parece como si el Vaticano quisiese romper con el espanto de la colección de arte moderno que exhibe en su museo romano, como si de pronto quisiese reencontrar la tradición de los papas-mecenas. Pero los tiempos son otros, y de ahí los patrocinadores, y quién sabe si muy pronto las retransmisiones de la misa interrumpidas por publicidad.

Castelbajac recuerda que "desde los años sesenta nada ha cambiado en la esfera del arte sacro. Para entendernos, hemos pasado de las casullas bordadas en oro a los trajes de pana con una crucecita en el ojal".

Su Papa rock star pondrá al día la antigua gloria, aunque no falta quien se lamenta "porque todo eso llega demasiado tarde. Wojtyla, al principio de su mandato, cuando estaba físicamente en plena forma, hubiera sido mucho mejor modelo. Ahora va muy encorvado", dice un párroco un poco burlón.La verdad es que a Jean Charles Castelbajac los años y la lentitud de desplazamientos del Papa no parecen preocuparle. "Si me hubiesen encargado la coreografía de un concierto de rock habría reaccionado con el mismo entusiasmo e igual preocupación por el detalle", asegura.

Es verdad que Fellini, en Roma, también propuso modelos adecuados para cada edad, con faldas más atrevidas para las novicias o un centro de gravedad muy bajo para obispos trastabillantes y que el modista tiene, pues, donde inspirarse, un arte que imitar.

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