Arruga en la OPV
La salida a Bolsa de Adolfo Domínguez cuestiona el sistema de prorrateo
Algunos procedimientos seguidos para las ofertas públicas de acciones (OPV) están en la picota. El aviso lo han dado los 1,7 millones de acciones de Adolfo Domínguez (casi las tres cuartas partes del tramo asignado a los particulares, que recibieron tres acciones cada uno) negociados el martes, en el primer día de contratación. La culpa de la avalancha vendedora la tuvo la formidable revalorización en la apertura, hasta las 7.000. pesetas, frente a las 3.007 pagadas por los ahorradores minoristas.La acción se situó muy por encima de las previsiones de los expertos. A lo sumo, pensaban que llegaría a las 4.500 pesetas. Las últimas OPV han demostrado que puede existirán fortísimo prorrateo. Los pequeños inversores, ante los pocos títulos que se les conceden, se ven empujados a venderlos para evitarse gastos o a comprar más para compensar el pago de comisiones y custodias.
¿Hubo problemas en la valoración del título y se ofreció muy por debajo de lo que vale o el mercado lo sobrevaloró? El guirigay en torno a Adolfo Domínguez ha. llevado a algunos analistas a considerar necesarias nuevas fórmulas para otras OPV y para que las próximas privatizaciones discurran sin sobresaltos y sin asustar a los inversores particulares, ante un mercado demasiado caprichoso.
"La OPV de Adolfo Domínguez es una operación estelar que pasará a los manuales de la Bolsa. Que una empresa familiar haya captado el interés de 250.000 pequeños accionistas es todo un fenómeno bursátil", aseguran en la Bolsa de Madrid.
¿Un mal ejemplo para las próximas privatizaciones? "Todo lo contrario", responden. "Los pequeños accionistas han podido ganar un 250% en tres días y el único inconveniente ha sido que la elevada demanda obligó a efectuar un fuerte prorrateo. Sólo se entregaron tres acciones para las órdenes de compra básicas y 14 para las peticiones máximas, de 10 millones de pesetas".
En la Bolsa afirman que la mayor parte de los 10.000 millones negociados por Adolfo Domínguez el primer día correspondían a órdenes de pequeños accionistas. "Lo que ocurrió es que el mercado se volvió loco y fijó el precio en 7.000 pesetas. La genta estaba loca por comprar a 7.000', dicen en la plaza de la Lealtad.
El-lío podría haber sido todavía mayor. A punto se estuvo de fijar el precio de salida a- 10.000 pesetas -faltaron algunos decimales- ante la existencia de órdenes de compra a 50.000 pesetas. "No es que quisieran pagar eso", seguran las fuentes, "pero así se aseguraban la compra y presionaron la cotización hacia arriba".
Pero la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) está convencida de que algunos intermediarios distorsionaron el mercado al introducir órdenes de venta a una peseta y. de compra a 50.000 en los últimos segundos del periodo de casación. Debían estar respaldadas por una orden final, pero la mayoría de estos especuladores pasaron órdenes de compra y de venta sin respaldo en tomo a las 7.000 pesetas, para asegurarse que ése sería el cambio final.
Después de negociarse unos 300.000 títulos a ese precio, la cotización cayó bruscamente, el 15% permitido. Los intermediarios que habían vendido a 7.000 pesetas unas acciones fantasmas, que no tenían, recompraron títulos reales a 5.950 pesetas. Fuentes del mercado calculan que la ganancia superó ese día los 300 millones de pesetas, diferencia entre el precio de venta y el de recompra.
¿Aparente disparate? El cambio de apertura de un valor que sale a cotizar por primera vez es el que logra casar el mayor volumen de operaciones, según los precios ofrecidos para la venta y para la compra durante media hora, de 9.30 a 10.00. Es una combinación informática. Pero las órdenes que ofrecen mayores precios gozan de preferencia a la hora de recibir los títulos, no por lo que ofrecieron, sino al precio de apertura.
Presumiblemente, a las 9.30, las primeras órdenes a 7.000 pesetas encantaron al director de la colocación, el BCH que, por ley, no podía mantener ningún título en su poder. Estaba a merced de los operadores. Luego comenzaría a asustarse, pero no tuvo tiempo de avisar a sus clientes para que vendieran a esos precios.
La Bolsa de Madrid tiene sus normas de funcionamiento y cuenta con instrumentos para evitar lo que ha ocurrido con Adolfo Domínguez, dicen en la CNMV. Y piensan que no debería haber dado por válido un precio de 7.000 pesetas, que era claramente especulativo. Aunque la Rectora de la Bolsa ha actuado dentro de la normativa, podría haber aumentado el tiempo de contratación en una o dos horas. En ese extremo coinciden numerosas sociedades y agencias de valores.
Beta Capital vendió a AB Asesores las primeras acciones a 7.000 pesetas (poco más de 140), que estaban cursadas por sus clientes por lo mejor, es decir, que se vendieran o se compraran al mejor precio posible. Fernando Orteso, jefe de renta fija de Beta, está convencido de que "el mercado ha funcionado mal el primer día; se sabía que se había destinado un tramo a minoristas y que se habían entregado muy pocas acciones y eso configuraba una situación en la que se debían esperar muchas órdenes potenciales de venta".
Muchos intermediarios habían recibido ese primer día un volumen considerable de órdenes de venta, pero no de compra. Había poca demanda ofreciendo precios altos. Y hubo gente que dio la orden de venta por lo mejor, pensando en recibir en tomo a las 4.500 pesetas y se encontraron con que cobraron 7.000. Y otras, justo al contrario.
En la CNMV están esperando una avalancha de reclamaciones por parte de los inversores que consideren que no se han ejecuta do sus órdenes correctamente. Y aseguran que les van a hacer "todo el caso del mundo". "Adolfo Domínguez es una empresa atípica que ha registrado un prorrateo desmedido", considera Arturo Rojas,, de Analistas Financieros Internacionales. "Dar tres acciones no crea una base accionarial estable, no tiene sentido. Quizá habría que limitar las órdenes y, cuando se cubra la oferta, finalizar la OPV'.
La CNMV considera que el prorrateo está bien para las compañías grandes, porque es el procedimiento más justo, pero en las pequeñas se ha. comprobado que existe el riesgo de inflar artificialmente la demanda. Los inversores llegan a solicitar hasta 100.000 veces más de lo que desean para no quedarse fuera.
La autoridad del mercado de valores no quiere que vuelva a repetirse, Ya están recomendando a los bancos que busquen otra forma de acometer las próximas ofertas de empresas de tamaño medio.
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