El chal
Las mujeres hablan más desde lo subjetivo, y los hombres, en mayor grado, desde lo objetivo y general. Una mujer ve un chal en el escaparate y puede exclamar: "¡Qué chal tan bonito!". Pero, con alta probabilidad, dirá: "¡Me encanta este chal!". La propensión de las mujeres a usar la voz individual contrasta con el empleo masculino de la voz pública. De ahí la razón, en buena parte, de que las mujeres no intervengan mucho o lo hagan con dificultad en los senados, y también, contra lo que sostienen algunas buenas amigas y escritoras, que exista de hecho una típica literatura femenina trenzada a partir de argumentos más asociados a la subjetividad. El último número de Revista de Occidente se dedica, casi en su totalidad, a indagar sobre estos contrastes que, como "experiencias separadas" (dice Cristina Peñamarín), afectan al habla y a la escritura. Y al humor, al conocimiento y al placer.Después de una pesadísima pugna feminista para fijar la igualdad intersexualjos análisis hombre-mujer atienden a la realidad de sus diferencias. La lengua vernacular y cotidiana fue siempre la lengua materna, mientras las lenguas de so lemnidad y cultura -el griego, el la tín, el chino clásico mandarín, el sánscrito, el árabe clásico o el hebreo- son paternas. Con su lengua, la mujer se ha sentido a gusto en el ámbito de los sentimientos, mientras el hombre ha sido pudoroso y parco dentro de él. Ambos ganan y pierden con su especialidad: los hombres han ganado poder político, y ellas, a cambio, información emocional y amigas. En cuanto a las pérdidas, los hombres van, posible mente, peor. Si ellas han adelantado en la declamación pública, los hombres aún se resisten, como machos, a decir que les encanta un chal... Pero les chalaría, qué duda cabe, extravertir sus emociones y ser, por intervalos, como una mujer cabal.
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