Asombrosa hazaña de Kipketer
El atleta danés, de origen keniano, bate el récord mundial de 800 en la primera ronda
Con el gancho del dinero -50.000 dólares, unos 7,2 millones de pesetas- y con su clase formidable se podía esperar cualquier hazaña de Wilson Kipketer, el hombre que está destinado a reescribir el libro de los récords en la prueba de 800 metros. Lo imprevisto era una plusmarca mundial en la primera ronda de clasificación de una carrera donde todos los especialistas administran sus fuerzas con avaricia. Pero Kipketer pilló a todo el mundo por sorpresa y batió -1.43,96- la marca del keniano Paul Ereng -1.44,84-.Poco después de las 17.30, en medio de las sucesivas series clasificatorias, sin nadie que prestara demasiada atención a lo que sucedía en la pista, un hombre se lanzó en solitario a una aventura que sólo capturó la atención de los espectadores y de los periodistas en los últimos 400 metros, cuando su ventaja sobre sus perseguidores superaba los 40 metros y su tiempo intermedio era de 50.77 segundos, un paso de liebre. ¿Quién era aquel hombre que desafiaba la lógica de una serie de clasificación? El hombre era Wilson Kipketer, nada menos.
Desde hace tres años, Kipketer ha denominado la escena de los 800 metros con la autoridad de Peter Snell y Sebastian Coe, quizá los dos mejores especialistas de la historia. Su talento para la media distancia está relacionado con su origen. Kipketer nació en el altiplano keniano, donde han surgido va rios de los grandes campeones del fondo y del medio fondo. Con toda seguridad se ha beneficiado del decantamiento genético que se ha producido en un medio situado a más de 2.000 metros de altura, en unas condiciones socioeconómicas que afinan todavía más la calidad natural de los atletas. Como todos los niños nandi, marakwet o turkana, Kipketer recorría a pie, en el finísimo aire de la sabana de Kenia, la larga distan cia entre su tribu y la escuela, el mejor método posible de aprendizaje y entrenamiento. Reunidas todas las condiciones que ayudan a la floración de mediofondistas kenianos -la morfología, la temprana preparación, la situación geográfica-, Kipketer ha añadido su fabulosa clase: es un atleta ligerísimo, de zancada larga y elegante, capaz de realizar cualquier tipo de carrera. Dispone de la resistencia para mantener una alta velocidad de crucero y tiene una impresionante punta de aceleración en los últimos 200 metros.
Hay otro aspecto que distingue a Kipketer y que el pasado año le produjo la mayor contrariedad de su vida. Kipketer reside en Dinamarca desde 1991. Un cazatalentos danés, Ovar Bjarn Kraft, le reclutó durante los campeonatos escolares de Kenia y le ofreció la posibilidad de establecerse en Copenhague. "Yo pensaba ir a Estados Unidos, pero me dije: 'Nadie hablará de Kipketer en Estados Unidos, pero todos recordarán a un atleta keniano en Dinamarca". Con la camiseta de Dinamarca ganó los Mundiales de Gotemburgo en 1995, gracias a las permisivas reglas de la Federación Internacional de Atletismo, pero las estrictas leyes danesas le impidieron representar al país escandinavo en los Juegos Olímpicós de Atlanta. Kipketer alcanzará este año la plena ciudadanía danesa.
"Me gusta Dinamarca porque es un país tranquilo", dice Kipketer, aunque el clima le genera demasiados problemas. Durante los últimos dos meses se ha entrenado en el calor de Arizona (EE UU), donde se ha puesto a punto para una temporada que promete ser memorable. El pasado año rozó el legendario récord de Sebastian Coe (1.41,73) y este verano pretender bajar de 1.41. En este sentido, su declaración de intenciones en Bercy fue impresionante. "No pretendía batir el récord mundial, pero cuando vi los primeros tiempos parciales y que nadie me seguía, me decidí a intentarlo".
Lo hizo con una facilidad extraordinaria, en solitario, liebre de sí mismo, en busca finalmente del récord mundial. ¿Y de los 50.000 dólares de premio por la plusmarca? "No. No pensé en el dinero", declaró después de protagonizar una hazaña abrumadora: bajar de 1.44 minutos en la primera serie de clasificación.
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