_
_
_
_
DESAPARECE EL PADRE DE LA NUEVA CHINA

Los disidentes creen llegada la hora del cambio

El mundo de los exiliados lleva muchos años especulando, sobre cómo será China después de la muerte de Deng Xiaoping y se han escuchado casi tantas opiniones como disidentes. Pero ahora que Deng se ha ido de la escena hay algo distinto en el ambiente, una sensación de que ahora pueden cambiarse cosas que eran intocables mientras Deng vivía. "El sentimiento general es que la muerte de Deng abre algunas posibilidades", dice Xiao Qiang, un antiguo estudiante de Físicas y hoy director de Derechos Humanos en China, una organización radicada en Nueva York. "Deng permitió una apertura económica, pero ninguna liberalización política y nadie podía desafiarle mientras vivía" explica. "En la era pos-Deng, por lo menos se podrá cuestionar la política, el calendario para la liberalización y hasta si tal liberalización debe estar sometida a un calendario".

En total, según Xiao, unos 40.000 chinos recibieron permisos de residencia en EE UU después de la violenta represión de 1989 de la plaza de Tiananmen. Entre 2.000 y 4.000 más llegaron después de la represión y recibieron asilo político. De esos, unos cientos han seguido militando en organizaciones que estudian acontecimientos en China, dan información sobre los abusos de derechos humanos que allí se producen o hacen campañas para que haya más libertad.Casi todos los exiliados son oficialmente persona inexistentes en China, y parece que tienen poca o ninguna influencia en su país. Entre los propios disidentes, los exiliados no disfrutan del mismo prestigio que activistas como Wei, Jingsheng o Wang Dan, que se quedaron China y están cumpliendo largas sentencias de cárcel. Pero es factible que vuelvan apuestos de influencia si una facción más liberal llega al poder en Pekín o si el presidente Jiang Zemin decide hacer un gesto de reconciliación hacia los muchos funcionarios que perdieron sus puestos después de 1989.

La amplia y variada comunidad de exiliados incluye muchos ayudantes o consejeros de los dos reformistas más importantes que fueron purgados: Hu Yaobang, quien murió en 1988, y Zhao Ziyang, antiguo secretario general del Partido Comunista chino, que fue desalojado de su puesto por De.ng cuando mostró un actitud demasiado comprensivo con los estudiantes que se manifestaban.

Algunos de los exiliados son pesimistas sobre el futuro inmediato, convencidos de que los líderes de China se sentirán inseguros ahora que Deng ha desaparecido de la escena y, por lo tanto, gobernarán de manera más represiva que nunca. Otros tienen un punto de vista muy distinto, al pensar que la muerte de Deng posibilitará la reevaluación de la represión militar en Tiananmen, un eventual reconocimiento para Zhao, e incluso un futuro papel en una China democrática para los exiliados en Estados Unidos. Y otros creen que el cambio para mejor, si viene, será lento. Dicen que Jiang será cauto a la hora de distanciarse de la herencia de Deng, en parte porque él mismo debe su cargo de secretario general del partido a Deng. Jiang también tiene que competir con las facciones duras del régimen que quisieran ver mayor control político y recortes de algunas de las libertades económicas.

"Ya podemos pensar en que llega el día de volver", dice Liu Binyan, director de China Focus, una revista publicada en Princeton (Nueva Jersey). En la China relativamente abierta de los años 80, Liu disfrutó de una fama nacional como periodista de investigación de su país. "La muerte de Deng marca el final de la vieja era, en la que todo lo decidían unos cuantos políticos".

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_